EL GANSO SOLITARIO

#EnergiaPositiva

La laguna que queda junto a mi casa es un lugar tranquilo, ideal para la contemplación. Un día en que me hallaba en una situación particularmente difícil me senté a leer en el embarcadero. Me encontraba muy sola y ansiosa de respuestas, o al menos de una señal de la presencia de Dios, algo que me calmara y me infundiera la seguridad de que mi vida estaba en Sus manos. Pero no pasó nada. Al rato me dirigí de regreso a la casa, algo desanimada.

De pronto se oyó un graznido. Un ganso voló a ras del agua y se posó con gracia en medio de la laguna.

«¡Qué raro que esté solo!», pensé. Lo normal es que en primavera esas aves migren al norte en bandadas. Me detuve a observarlo chapotear. El ganso se fue poniendo progresivamente más inquieto y empezó a chapotear más rápido y en círculos cada vez más pequeños. Sus graznidos denotaban angustia. Me quedé unos minutos más escuchándolo y viendo cómo salpicaba agua nerviosamente. Luego reemprendí el regreso a casa, todavía absorta en mis pensamientos.

Tuve que cruzar un puente sobre un riachuelo que desemboca en la laguna y descubrí sorprendida que detrás de unos arbustos había cinco gansos más. Por lo visto el que estaba en la laguna formaba parte de aquella bandada, pero se había aventurado a volar un rato a solas. Sentí curiosidad por saber qué harían los otros gansos.

De repente todos miraron hacia su compañero y se pusieron a graznar con todas sus fuerzas estirando el cuello y la cabeza. Después de ese llamado tranquilizador todos volaron al encuentro de su camarada extraviado para ayudarlo y consolarlo. Se posaron en el agua y se acercaron nadando al que estaba solo. Seguían graznando, aunque ya en un tono más suave.

En esas entendí lo que podía aprender de la escena que acababa de presenciar. Yo había sido incapaz de ver el consuelo y los cuidados que Dios me había prodigado aquel día. Era como el ganso que se despistó y perdió de vista a la bandada. Sin embargo, sus compañeros estaban cerca, listos para acudir en su auxilio nada más los llamara.

¿Por qué me sorprendo cuando Dios no me rescata enseguida? Quizás Él está a la espera de que yo recapacite o reconozca que me he equivocado. En todo caso, Él siempre está cerca de mí, aunque yo no perciba Su presencia. Y cuando clamo a Él, nunca deja de acudir a mi lado.

Juan 10:28-29 (NVI) Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar.

2 Pedro 3:18 (NVI) Más bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea la gloria ahora y para siempre! Amén.

Hebreos 5:12 (NVI) En realidad, a estas alturas ya deberían ser maestros, y sin embargo necesitan que alguien vuelva a enseñarles las verdades más elementales de la palabra de Dios. Dicho de otro modo, necesitan leche en vez de alimento sólido.

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