Lo nuevo me desestabiliza

#EnergiaPositiva

Pregunta: Prefiero la estabilidad y la rutina cotidiana a los cambios espectaculares, aunque me hago cargo de que estos son inevitables. Pero es algo que me produce desasosiego. ¿Cómo puedo aprender a adaptarme a las circunstancias cambiantes para que no me afecten tanto?

Respuesta: Tienes razón; los cambios son inevitables. De hecho, la vida es un sinfín de curvas y contracurvas.

Crecer en estatura nos lleva unos 20 años; alcanzar la estatura moral y espiritual que Dios desea que tengamos toma toda una vida. Las dificultades que tienen nuestros hijos en su etapa de desarrollo influyen en nosotros casi tanto como en ellos. También nos afecta el hecho de que personas a las que queremos mucho pasen por épocas tumultuosas. A todo nivel las relaciones van evolucionando. También inciden en nuestro ánimo asuntos de orden público: la economía, la política, el medio ambiente. Como es imposible eludir los cambios, conviene que aprendamos a sacarles el máximo provecho. He aquí algunas propuestas:

Haz una distinción. Separa aquello sobre lo que tienes una medida de control de lo que no puedes controlar, y encomiéndaselo todo a Dios, que en última instancia es señor de todo.

Razona. Discrimina entre los aspectos prácticos y los emocionales, y aborda cada uno como corresponda. Juntos pueden parecer abrumadores, pero por separado suelen ser más abordables.

No te cierres. Puede que lo que haces y tu forma de actuar te hayan dado resultados bastante buenos hasta ahora; pero también es posible que haya alternativas mejores.

Recaba la ayuda de Dios. Las circunstancias lo pueden rebasar a uno, pero no a Él. «Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible» (Mateo 19:26). Aprovecha el factor Dios.

Sé optimista. Concéntrate en las oportunidades en vez de fijarte en los obstáculos.

Busca y brinda apoyo. Lo más probable es que no seas el único afectado. Comunícate e investiga soluciones que terminen por beneficiar a todos.

Ten paciencia. El progreso suele constar de tres fases: un paso para atrás y dos para adelante.

Piensa a largo plazo. «[Dios] que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6).

Hebreos 11:8 – Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba.

1 Corintios 15:41-42 – Uno es el esplendor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas. Cada estrella tiene su propio brillo. Así sucederá también con la resurrección de los muertos. Lo que se siembra en corrupción, resucita en incorrupción;

Malaquías 3:6 – Yo, el Señor, no cambio. Por eso ustedes, descendientes de Jacob, no han sido exterminados.