MANSA FORTALEZA

Dentro de nuestra serie sobre los frutos del Espíritu, abordamos en esta revista el octavo de ellos, que en el texto original griego se denomina prautes. Es un término difícil de expresar en castellano. Hay quien ha dicho que prautes es la palabra más intraducible del Nuevo Testamento. Mansedumbre, humildad y gentileza son algunas de las voces empleadas para expresar el concepto en español.

Dada la complejidad del término y su profunda significación, ¿qué tal si aventuramos algunas definiciones? Así quizás interiorizaremos mejor el concepto.

La mansedumbre, antes que una forma de conducirse o una cualidad que se pone de manifiesto en las relaciones con nuestros semejantes, es una característica del alma que se evidencia ante todo en nuestro trato con Dios. Es una disposición del espíritu por la que aceptamos como buenas Sus acciones para con nosotros, sin discutirlas ni resistirnos a ellas. Dicho de otro modo, es sumisión a Dios. Jesús fue un ejemplo perfecto de entrega total a la voluntad de Dios sin importar las consecuencias. Aun a sabiendas del sufrimiento que le causaría Su encarcelamiento y ejecución, dijo a Su Padre: «Quiero que se haga Tu voluntad, no la Mía». Mansedumbre significa, pues, pensar menos en lo que uno quiere y más en los deseos de Dios.

Claro que si tenemos mansedumbre de espíritu, esta se manifestará también en nuestras relaciones interpersonales. Un pasaje del Antiguo Testamento dice que Moisés era un varón muy manso, más que todos los que habitaban sobre la Tierra. Eso se evidenció en su comunicación con Dios, pero también en sus relaciones con sus semejantes. Cuando su hermano y su hermana pusieron en entredicho su condición de dirigente del pueblo de Israel, él permaneció sosegado y afable, y dejó más bien que Dios se hiciera cargo de la situación. Después que Dios lo revindicó, su única inquietud era que su hermana Miriam obtuviese perdón y curación. La persona gentil no es engreída; siempre actúa con bondad y cortesía.

A veces asociamos erróneamente la mansedumbre con debilidad o poquedad. Pero prautes no denota eso en absoluto. Implica más bien dominio propio y templanza. Aristóteles definió prautes como el perfecto equilibrio entre enojarse sin motivo y no enojarse en absoluto. La persona mansa no se deja llevar por el odio, pero tampoco es debilucha. Se indigna en el momento justo, en la medida justa y por razones justas.

Confío en que los artículos que incluimos en esta revista contribuirán a que nos formemos un concepto más claro y más amplio de la mansedumbre y la gentileza.

Gálatas 5:22 (NVI) En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,

Efesios 4:32 (NVI) Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.

Lucas 6:35 (NVI) Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados.