No hay otro como tú

#Devocional

¿Sabes quiénes son las personas más felices?

Las que tienen el valor de mostrarse tal como son, como Dios las hizo, en lugar de adoptar una imagen a fin de gozar de aceptación y caer bien a los demás. Quienes se afanan por cumplir con lo que —a su entender— los demás esperan de ellos, en realidad se echan a cuestas un enorme peso. La humildad, por el contrario, es liberadora.

Cuando yo era joven, no me gustaba mi físico. Me creía narigudo, feo y desgarbado. Tenía un complejo de inferioridad muy marcado por causa de mi apariencia, y me tomó mucho tiempo superarlo. En parte ese complejo nacía de mi orgullo y en parte de que me comparaba desfavorablemente con los demás. Sin embargo, con el transcurso del tiempo me di cuenta de que aquello carecía de importancia. Comprendí que Dios me había creado como Él quería que fuera y que me había hecho así porque me amaba.

Dios te quiere tal como te hizo. A Sus ojos eres una persona bellísima. Todos somos seres únicos, extraordinarios. Para Él no hay persona fea, sea cual sea su aspecto.

A menudo la autoestima tiene mucho que ver con nuestra relación con el Señor. Cuanto más estrecha sea ésta y más estemos en paz con Él, más contentos y tranquilos estaremos con nosotros mismos, y también más felices y menos preocupados. Si tienes un trato íntimo con Dios, eres una persona atractiva, toda vez que Su amor y Su luz se reflejan en ti.

Te propongo algo: en alguna oportunidad, deja que el Señor te hable de ti. O pídele a otra persona que le pregunte al Señor cómo te ve Él, cómo es tu belleza interior, cuáles son tus virtudes, las dotes que Él quiere resaltar en ti en beneficio de los demás. Deja que Dios mismo te brinde ánimo y descubrirás que puedes vivir muy contento, sabiendo que Él te hizo único.

Hechos 20:35 (NVI) Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: “Hay más *dicha en dar que en recibir.

1 Pedro 3:1 (NVI) Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos, de modo que si algunos de ellos no creen en la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras,

2 Timoteo 3:17 NVI) a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra.