NUEVAS VERSIONES DE LA CIGARRA Y LA HORMIGA

#Devocional

En una clase de moral que se celebra semanalmente en un colegio de enseñanza primaria, se les pidió a los alumnos que dijeran cuál habría sido a su juicio el mejor final de la conocida fábula de la cigarra y la hormiga. En dicha fábula de Esopo, la cigarra desperdicia los meses de verano cantando mientras la hormiga almacena con laboriosidad alimento para el invierno. Cuando por fin llegan los fríos, la laboriosa hormiga y sus compañeras se hallan a salvo y con todas sus necesidades cubiertas, mientras la cigarra tiene que buscarse la vida y acaba por morirse de hambre.

Se pidió a los niños que dibujaran y reescribieran a su manera el final del cuento, con la exigencia de que la cigarra debía pedir ayuda a la hormiga. Aproximadamente la mitad adoptó la opinión general de que la hormiga no quiso ayudar a la cigarra porque ésta no se lo merecía. La otra mitad cambió el final: la hormiga le decía al otro insecto que tenía que cambiar su conducta y luego le daba la mitad de lo que tenía.

Seguidamente, un niño se puso de pie y dio esta versión: Cuando la cigarra le rogó a la hormiga que le diera alimento, esta le dio sin vacilar todo lo que tenía. No la mitad ni la mayor parte, sino todo. Sin embargo, el niño no terminó ahí el relato, y alegremente continuó: «Como la hormiga no tenía comida, se murió. Pero entonces la cigarra se quedó tan triste que le dijo a todo el mundo lo que había hecho la hormiga para salvarle la vida. Y así fue una cigarra buena».

Cuando me contaron esa anécdota, pensé dos cosas. En primer lugar, me recordó lo que significó para Jesús inmolarse en la cruz. No se quedó corto a la hora de salvarnos, ni dijo que no nos lo merecíamos; se entregó de lleno para que aprendiéramos a ser buenos. Gracias a que lo sacrificó todo obtuvimos el regalo de la vida eterna. La hormiga que muere por la cigarra en la nueva versión que hizo aquel niño de seis años de la clásica fábula es una alegoría de eso mismo. Claro que para que nosotros el cuento no debería acabar ahí. Por gratitud, deberíamos imitar el ejemplo del Señor y contar a todos las muchas maravillas que ha hecho por nosotros.

En segundo lugar, aprendí lo que significa entregarse del todo. Uno no da de verdad hasta que le duele; pero entonces, lo que da se multiplica con creces. «Os aseguro que el grano de trigo seguirá siendo un único grano, a no ser que caiga dentro de la tierra y muera». Sin embargo, no termina ahí. Esta es la promesa agridulce que da sentido al sacrificio: «Sólo entonces producirá fruto abundante» (Juan 12:24, La Biblia didáctica).

Efesios 1:7 (NVI) En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia

Gálatas 5:22 (NVI) En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,

Romanos 10:13 (NVI) porque «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».

http://pagead2.googlesyndication.com/pagead/show_ads.js