Calidad de vida

#EnergiaPositiva

Si queremos gozar de una buena calidad de vida en los años venideros, tenemos que invertir en nuestra salud ahora. Las enfermedades y accidentes forman parte de nuestra existencia; a veces se dan circunstancias que no podemos evitar. Pero sí tenemos control hasta cierto punto sobre la reacción de nuestro organismo y la rapidez de nuestra recuperación, porque nuestra resistencia y resiliencia dependen en gran medida de las decisiones cotidianas que tomemos con relación a nuestra salud: nuestra alimentación, el ejercicio que hacemos, cómo lidiamos con el estrés, si descansamos suficiente, qué hacemos para divertirnos y otros factores relacionados con nuestro estilo de vida.

Si bien hay muchos principios prácticos que conviene tener en cuenta a la hora de determinar qué hacer cuando algo no marcha bien en nuestro organismo, no debemos olvidar que los mejores consejos que podamos recibir provienen de Dios. Nadie sabe mejor que Él cómo funciona y qué necesita nuestro cuerpo; de modo que lo más acertado que podemos hacer es preguntarle qué debemos cambiar para estar en óptimo estado de salud (Proverbios 3:5,6; Jeremías 33:3).

Aunque cueste creerlo, Dios hasta puede valerse de las dolencias para que a la larga tengamos una mejor calidad de vida. Es cierto que a nadie le gusta enfermarse; pero si nos esforzamos por que el Señor sea nuestro constante consultor y compañero en esos trances, nuestra relación con Él adquirirá mayor profundidad. Y si le pedimos que esos trastornos físicos nos sirvan de enseñanza o redunden en algo positivo, Él actuará para que así sea. De esa manera tendremos más fe y paz interior, así como la tranquilidad de que Él lleva las riendas, con lo que se nos harán mucho más llevaderos los momentos difíciles y saldremos de la experiencia con más sabiduría.

La próxima vez que te veas en una tempestad de mala salud recuerda que nunca hay que perder la esperanza, y que el sol, por muy negro que esté el cielo, volverá a aparecer en el momento que Dios disponga. Los bellos frutos que producen esas pruebas son mucho más espectaculares que el arco iris después de la tormenta. Da igual la enfermedad o indisposición que padezcamos, si ésta es leve o grave. En cualquier caso, el Señor puede valerse de ella para nuestro provecho.

Haz lo que puedas por llevar una vida sana. Consume lo que necesite tu organismo y evita las toxinas, el estrés y otros elementos que menoscaben tu salud. Además, procura fortalecerte espiritualmente cultivando una estrecha relación con Dios, leyendo y asimilando Su Palabra y apartándote de lo que pueda inquietar, debilitar o agobiar tu espíritu. Pon de tu parte, y ten la seguridad de que Él hará lo que tú no puedas. Eres criatura Suya, y Él siempre velará por ti. ¡Te ama tanto que sería imposible expresarlo con palabras!

 

Las leyes naturales y los milagros

Si bien Dios obra en el plano sobrenatural y puede hacer lo que considere necesario para que se cumplan Sus designios, debemos aceptar que mayormente se limita a actuar dentro del orden natural que Él ha dispuesto. Eso significa que es nuestra responsabilidad hacer lo que esté a nuestro alcance para cuidar de nuestro organismo, es decir, seguir unas normas de vida saludables: consumir alimentos sanos, hacer ejercicio con regularidad, descansar lo necesario, reducir el estrés, cuidar la higiene, tomar precauciones para evitar accidentes, etc. Y cuando nos enfermamos o sufrimos un accidente, tomar medidas prácticas que favorezcan nuestra recuperación. Es poco frecuente que Dios invalide Sus leyes naturales para obrar algo que habríamos podido hacer nosotros. En lo que respecta a la salud, es obligación nuestra cuidar de nuestro cuerpo y nuestro espíritu por medio de una dieta sana, ejercicio adecuado, suficiente descanso corporal y espiritual y asistencia médica cuando haga falta.

 

Salud mental y bienestar emocional

El efecto de nuestro estado físico en nuestro comportamiento mental y emocional (y viceversa) es un tema muy complejo. Los trastornos sicológicos tienen causas muy variadas: experiencias y penas no asimiladas, desequilibrios físicos que afectan el razonamiento y las emociones, fobias, sentimientos de culpabilidad, pesimismo, estados depresivos, adicciones, dolor físico intenso, estrés e incluso insomnio por un tiempo prolongado. El efecto que tiene todo eso y la duración de dicho efecto dependen enormemente de la actitud de la persona, y de si es posible o no eliminar las causas.

Cada vez son más los profesionales de la salud que reconocen los beneficios de la fe en la superación de trastornos mentales y emocionales, sobre todo los ocasionados por traumas. Los pacientes que acuden a Dios en busca de consuelo y apoyo suelen recuperarse más rápidamente.

 

El estrés

El estrés es nocivo, en parte porque debilita el sistema nervioso y en parte porque neutraliza las medidas que tomamos para mejorar nuestra salud. Reducir el estrés significa en muchos casos modificar nuestra escala de prioridades y nuestro estilo de vida. ¿Qué aspectos debemos cambiar para llevar una vida más equilibrada? ¿Qué nos va a costar? ¿Qué valor asignamos a la salud?

 

La curación lleva tiempo

Conviene desconfiar de todo producto, método o tratamiento que ofrezca resultados instantáneos. A la mayoría de los sistemas del organismo les toma un tiempo regularse. Aunque sea cierto que determinado producto farmacéutico, suplemento dietético o aparato para hacer ejercicio alivia ciertos síntomas y contribuye a curar ciertas dolencias, quizá tenga efectos secundarios peores que el mal que remedia. Otros no son más que una pérdida de tiempo y dinero.

Al estudiar diversas opciones de tratamiento, conviene recordar que la curación, ya sea física, mental, espiritual o emocional, suele tomar tiempo. Así lo dispuso Dios. Aunque a veces Él nos devuelve la plena salud con gran rapidez, de manera milagrosa, en la mayoría de los casos el cuerpo y el espíritu tardan en renovarse o restablecerse. Así creó Dios el cuerpo humano y así funciona. Él aprovecha eso para dar profundidad a nuestro espíritu y nuestra actitud ante la vida, enseñarnos madurez y muchas otras cosas, y llevarnos a adquirir un bagaje de valiosas experiencias.

La curación lleva tiempo. Es todo un proceso. Si algún sistema del organismo se descompensa, es preciso hacer un esfuerzo por recobrar el equilibrio procurando vivir sanamente y mejorando de forma gradual. Hay que dar tiempo al organismo para sane por dentro, se fortalezca y se repare solo. Asimismo durante ese tiempo conviene que le permitamos a Jesús obrar en nuestro espíritu y efectuar en nosotros bellas y valiosas transformaciones para toda la vida. «Tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna» (Santiago 1:4).

1 Corintios 10:31 En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios.

1 Corintios 3:17 Si alguno destruye el templo de Dios, él mismo será destruido por Dios; porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo.

1 Corintios 9:27 Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado.