Convivir con el caos

#EnergiaPositiva

Parece que últimamente la vida de muchos —yo incluida— está plagada de incertidumbre. El otro día me lamentaba de eso mientras conversaba con una amiga, y ella me dijo: «A lo mejor lo que tienes que hacer es convivir con el caos». ¿Convivir con el caos? La cosa no es tan fácil. No me gusta el caos, ni conozco a muchas personas a las que les agrade. En todo caso, la sugerencia me quedó dando vueltas en la cabeza.

Unos días después salí a trotar como de costumbre. Llevaba una media hora corriendo cuando se oyeron truenos. Enseguida se desató un tremendo aguacero. Llovía a cántaros. Como no tenía dónde guarecerme, estaba claro que no me quedaba otra que procurar llegar a casa lo antes posible. Respiré hondo y salí disparada.

Al cabo de unos cinco minutos se me ocurrió de pronto: «¿Qué hago corriendo como una desesperada? ¿De qué estoy huyendo?» Ya estaba empapada. Tenía la ropa saturada de agua. No por correr iba a llegar menos mojada a casa. De repente toda mi preocupación por mojarme me pareció una tontería. Volví a sopesar las opciones que tenía. ¡Decidí convivir con el caos!

Aflojé la marcha y me dediqué a disfrutar de los truenos y relámpagos, de la lluvia torrencial, de los surcos que formaba el agua y del torrente que corría por lo que antes era un sendero. ¡Fue electrizante!

Hasta ese momento me había estado lamentando de mi deplorable situación: estaba calada hasta los huesos, tenía la ropa toda pegada al cuerpo, el pelo me cubría la cara y el cuello como un emplasto, y mis zapatillas fangosas hacían un ruido asqueroso cada vez que daba un paso. No obstante, apenas comprendí que no podía hacer nada, me abandoné a los rigores del tiempo, me relajé y hasta disfruté de la caminata a casa.

Hay cosas que son inevitables, como esas situaciones caóticas en que nos vemos de vez en cuando. La vida a veces nos arrincona hasta que ya no podemos retroceder más. Pero si dejamos de resistirnos a lo que no nos es posible cambiar y aceptamos las circunstancias sin sulfurarnos, podemos sacar el mejor partido de ellas.

1 Corintios 14:33 – Porque Dios no es un Dios de desorden sino de paz. Como es costumbre en las congregaciones de los creyentes,

Romanos 5:1 – En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Filipenses 4:7 – Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.