Programación positiva

#Devocional

En algún momento de la vida, la mayoría de las personas adoptamos actitudes negativas. Nos culpamos por faltas y debilidades reales o imaginarias, o adquirimos complejos de inferioridad. Existe una técnica de probada eficacia para superar esa negatividad: repetirse interiormente afirmaciones positivas.

Lo que pensamos determina nuestra actitud; y ésta, nuestras acciones, que a su vez condicionan también nuestro futuro.

Un cambio de mentalidad es requisito ineludible para un cambio de vida. La Biblia nos enseña: «Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento» (Romanos 12:2). Ese proceso se gesta alimentándose de ideas que sean positivas y armonicen con los principios divinos. «Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. […] Y el Dios de paz estará con vosotros» (Filipenses 4:8,9).

La clave está en creer que lo que uno afirma es posible. Una vez que uno tiene el convencimiento de que es posible, se vuelve posible. «Si puedes creer, al que cree todo le es posible» (Marcos 9:23). Esmerarse por ver el lado bueno de las cosas exige práctica, pero con el tiempo los resultados se hacen patentes, y uno disfruta de una vida más feliz y segura.

La Biblia abunda en afirmaciones positivas.Cuando aprendemos a aplicarlas a las situaciones que vivimos todos los días y a nosotros mismos, cambia nuestra perspectiva de la vida y de lo que somos. Empezamos a verlo todo desde la óptica divina, y eso se ve reflejado en nuestra forma de pensar y en nuestro comportamiento.

A continuación presento unos pocos ejemplos como punto de partida. Todos somos diferentes, y cada cual tiene sus necesidades particulares. Elige, pues, las frases que a tu parecer se apliquen más a tu caso. También puedes prepararte otras.

• Aunque no me sienta capaz de realizar esta tarea, voy a poner todo mi empeño y confiar en que Jesús hará lo demás. «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13).

• Hoy metí la pata, pero me he propuesto aprender de ello. No voy a quedarme abatido, sino que voy a hacer otro intento. «Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y Él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque el Señor sostiene su mano» (Salmo 37:23,24).

• Puede que las cosas no marchen como esperaba —al menos de momento—, pero voy a seguir confiando en que Dios tiene un as en la manga. «Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados» (Romanos 8:28).

• Aunque yo no sea perfecto, valgo mucho a los ojos de Dios, pues me dotó de una mente, una personalidad y unas habilidades singulares, y ha trazado mi destino. «¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas!» (Salmo 139:14, NVI).

• Nada puede apartarme del amor de Dios. «Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:38,39).

• No tengo nada que temer, pues Dios es amor y siempre está mi lado. «El perfecto amor echa fuera el temor» (1 Juan 4:18).

• Dios espera que sea feliz y disfrute de la vida. «Estas cosas os he hablado, para que Mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido» (Juan 15:11).

• Hoy voy a pensar más en el prójimo y menos en mí mismo, y voy a alegrarle la vida a alguien. «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20:35).

• No voy a rendirme. Me niego a desistir. Jesús prometió que siempre nos daría fuerzas si seguimos luchando. «No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos» (Gálatas 6:9).

• Puede que no tenga tantos bienes materiales como algunas personas, pero cuento con lo más importante: integridad y paz interior. «Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento» (1 Timoteo 6:6).

• Dios desea guiarme en esta jornada y ayudarme a sacarle el máximo provecho. «Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces» (Jeremías 33:3).

• Dios me ayudará a decidir con acierto. «Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada» (Santiago 1:5).

Esas afirmaciones no son simples expresiones gratuitas de buenos deseos sin fundamento alguno. Cada una de ellas se basa en una infalible promesa de Dios; y recordemos que Él cumple lo que promete (Romanos 4:21). Para Dios no existen límites.