De frente a la preocupación de distintos sectores evangélicos por las candidaturas a diferentes cargos que sustentan militantes cristianos en varios partidos políticos, el Superintendente de las Asambleas de Dios rechazó el criterio de que las iglesias sufran algún asomo de división.
“En mi opinión no hay tal división, salvo que hayamos reducido la unidad de la iglesia al nivel de las preferencias electorales que nada tienen que ver una cosa con la otra,” sostiene el reverendo Nérsido Borg Cedeño en un artículo titulado “quién dice que a la Iglesia se le prohíbe involucrarse en política?”
Tras una breve introducción sobre la política y la creencia de que la participación en esa actividad solo persigue alcanzar puestos públicos, expresa que nada puede ser más falso, y señala que los procesos político-partidistas son una cosa y los que involucran permanentemente la opinión de los ciudadanos sobre el gobierno del Estado, la presión de las instituciones diversas, incluso la Iglesia son otra cosa.
Considera que “en el fondo todos estamos involucrados en el proceso político porque opinar sobre el gobierno, votar en las elecciones, emitir opiniones sobre las políticas del Estado, en fin, todo es involucramiento en el proceso político permanente, incluso la abstención que es un derecho es una plataforma paradójica de involucrarse porque simplemente dice que hay una política o un estilo sin atractivo en sentido general. De modo que no veo manera alguna de prohibirle a la iglesia involucrarse en la política en su sentido más amplio.”
El principal ejecutivo de las Asambleas de Dios explica en su artículo que no se puede emitir juicios de valor como no se debe afirmar que la Iglesia tiene incidencia colocando a sus miembros en puestos públicos producto del partidismo, pues la Iglesia al final no tiene candidatos. Y si todos los políticos fueran cristianos, como quiera la institución tendrá que seguir desempeñando su rol desde su plataforma espiritual.
Para el reverendo Borg Cedeño la Iglesia sí debe involucrarse en la política, pero no persiguiendo cargos en la administración pública y recuerda que los miembros de las congregaciones tienen libre elección y el derecho de participar en actividades políticas de acuerdo a sus preferencias lo que no involucra directamente a las iglesias.
Sostiene que las iglesias se han ganado el prestigio de las comunidades en base a su trabajo gozando del aprecio del sector político y de la comunidad completa y, si se unen, pueden influenciar y hasta hacer cambiar políticas del Estado independiente de tener o no personas en puestos de influencia.
Ahora, qué hace usted que no se quiere involucrar, pregunta y añade acaso es persiguiendo puestos la única manera de influir en la política del Estado cuando los puestos son de los partidos?
“En el ambiente existe un criterio de que las iglesias están divididas y tal vez lo hemos vendido así, pero en mi opinión no existe tal división salvo que hayamos reducido la unidad de la iglesia al nivel de las preferencias electorales que nada tienen que ver una cosa con la otra. Insisto, la Iglesia seguirá siendo la Iglesia no importa quiénes gobiernen y su membresía está compuesta por ciudadanos con criterios independientes”.
Y concluye preguntando: quiéndice que para ser una iglesia unida es necesario que sus miembros tengan las mismas preferencias electorales, son las preferencias electorales el indicador para medir la unidad de la Iglesia?
Para comentar debe estar registrado.