Escucha:
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. (Santiago 1:2-4)
Piensa:
¿Cómo caracterizaría actualmente su fe? Es constante o puede cambiar de acuerdo a las circunstancias. El breve libro de Santiago nos enseña valiosos principios para mantener una fe diligente y estable sin importar las circunstancias que nos rodeen, evitando con ello que las dudas, en la adversidad, se apoderen de nuestros corazones y minen nuestra confianza en El Señor y Su Palabra.
Santiago afirma que el hombre, inconstante en su carácter, es decir de “doble ánimo” es inestable en la sendas que recorre, y por ende no podría esperar recibir nada de Dios. Con doble ánimo Santiago se refiere al ir y venir en nuestro pensamiento. Podemos empezar con una fe sólida y comprometida, pero a medida que el tiempo pasa y la situación difícil continúa, podemos empezar a dudar de que el Señor haga lo que ha prometido.
No es lo mismo dudar que cuestionar. Intentar obtener mayor información para comprender mejor una instrucción del Señor, es cuestionar. Por el contrario, dudar, es básicamente fiarnos en nuestras convicciones, en lo que vemos, en lo que sentimos, en lo que pensamos, en vez de lo que estamos seguros, Dios nos ha prometido y afirmado.
Es normal, delante de una adversidad, cuestionar nuestra situación, pero no debemos olvidar que Dios ya esta al tanto de nuestras luchas y quiere que de Su mano, transitemos el dolor y la confusión. Su objetivo es que tengamos presentes Su inmensa fidelidad para con nosotros en el pasado.
Puede que, quede fuera de nuestra comprensión, la batalla y el motivo de tal batalla en nuestras vidas, en este momento. Sin embargo podemos estar seguros, de que en ella, la perfecta voluntad del Señor está obrando y nos transformará, acércandonos un paso más al carácter y a la calidad de fe, que Él espera y desea de nosotros.
Ora:
Señor, que pueda regocijarme en las pruebas que me encuentro en el camino, sabiendo que sólo de ellas formaré un carácter apegado a lo que esperas de mi y a través de ellas podré recibir el premio de Tu perfecta y buena voluntad en mi vida. Amén.
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