10 de Noviembre: Una Fe Salvadora

Escucha:

El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino. (Marcos 10:50-52)

Piensa:

Jesús estaba pasando por Jericó por última vez. Iba camino a Jerusalén donde sería arrestado, juzgado, condenado y clavado en la cruz. Era la última oportunidad que tenía la ciudad de Jericó. Fue entonces cuando Bartimeo, un mendigo ciego, al oír que Jesús pasaba por allí, gritó: «Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí». La multitud que seguía a Jesús trató de callar sus voces, pero Bartimeo, decidido a recibir la curación de Jesús, gritó aún más fuerte: «Hijo de David, ten piedad de mí.

Jesús se detuvo y mandó a buscarlo. Cuando escuchó esta buena noticia, tiró su capa golpeada, se levantó de un salto, contradiciendo la psicología de un ciego, que no salta, y fue a Jesús. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti? Bartimeo no dudó. Respondió con urgencia y claridad: «Maestro, puedo ver de nuevo». Jesús entonces hizo una declaración bendita: «Ve, tu fe te ha salvado. Y en seguida volvió a ver y siguió a Jesús por el camino.

Jesús identificó en este ciego una oscuridad más profunda que la que inundó sus ojos. Bartimeo pidió una bendición y recibió dos: por la fe recibió la salvación y la curación. Salvado y poseedor de una visión completa, no se quedó en Jericó, sino que se unió a las filas de los seguidores de Cristo. ¡Se convirtió en un discípulo!

Ante la oscuridad que puede nublar el brillo de nuestro camino, recordemos las veces en que Dios, con su extensa misericordia y amor incalculable nos ha bendecido con alumbrarnos y permitirnos seguir adelante; esos momentos son la viva prueba de la fe salvadora, aquella que nos libra del mal y con ello nos anima a buscar más y más al Señor y expandir su Reino.

Ora:

Señor, Que no olvide las veces en que me has concedido la fe salvadora, la confianza de haber creído totalmente en Ti y haber sido librado. Amén

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