Escucha:
“Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5:14)
Piensa:
Cuando un atleta inicia su entrenamiento, practica para mejorar sus habilidades. Repite los mismos movimientos una y otra vez hasta que puede hacerlos con toda naturalidad.
La mayoría sabemos que esa clase de entrenamiento físico es sumamente importante para poder triunfar en lo que se esté compitiendo. Pero ¿sabías que podemos entrenarnos de esa misma forma en lo que respecta a las cosas espirituales?
¡Así es! Leemos en Hebreos 5:14 que podemos entrenar nuestros sentidos físicos con el fin de llegar a discernir entre el bien y el mal. Pasar tiempo con Dios es un entrenamiento espiritual. Cuando se hace con diligencia, el espíritu se fortalece y empieza a superar los malos hábitos de la carne.
Por ejemplo, si te cuesta mucho levantarte por la mañana para pasar tiempo con Dios antes de que empiece el trajín del día, si normalmente te rindes a la carne y te quedas en la cama, entonces es necesario que comiences a practicar el hábito de levantarte temprano. Cuanto más lo practiques, más fácil te será.
No esperes hacerlo perfectamente al principio. No te desanimes cuando falles. Lo que necesitas es entrenamiento. Levántate y vuelve a practicarlo.
Sé un atleta espiritual. Sométete al entrenamiento y practica las cosas de Dios. Fortalece tus músculos espirituales en la comunión con Dios. Te sorprenderás al darte cuenta de que puedes llegar a ser un gran vencedor.
Ora:
Señor, permíteme hacerme experto en tu palabra, siendo paciente, obediente y humilde, alejándome de la rapidez del mundo de hoy, de manera que pueda hacerme experto en Tu palabra y así, digno de recibir las maravillosas promesas de provisión y abundancia en todo tiempo, que me brindas. Amén.
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