Escucha:
Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová. (Salmo 27:14)
Piensa:
La paciencia es una de las virtudes más difíciles de entender. Oramos a un Dios omnipotente. Sabemos que él es capaz de ayudarnos en cualquier momento. Sabemos que él, que se define a sí mismo como «amor» y que dio a su Hijo por nosotros, no se resiste a ayudarnos. Así que cuando le pedimos a ese Dios que intervenga en nuestras circunstancias, ¿por qué hay frecuentemente tanto atraso?
En ninguna parte de la Biblia Dios nos promete respuestas instantáneas a nuestras oraciones. Sus promesas de responder a la oración son asombrosas y tranquilizadoras, pero ninguna de ellas tiene un calendario. Él solo nos asegura que nunca se tarda demasiado, pero en nuestra impaciencia, no queremos una respuesta que simplemente «no sea demasiado tarde». Queremos una respuesta ya. Tenemos necesidades, y no entendemos por qué esas necesidades tienen que prolongarse.
Sin embargo, Dios tiene sus razones. Tal vez nuestras necesidades se prolongan porque logran algo en nosotros que nada más lo hará. Tal vez están siendo prolongadas porque Dios está realizando un trabajo necesario en la vida de alguien más que está involucrado en nuestra situación. Tal vez nos está enseñando sobre la oración o perfeccionando nuestra fe. Tal vez incluso nos está permitiendo identificarnos con Jesús en el compañerismo de sus sufrimientos. Después de todo, su propósito principal es formarnos a la imagen de Cristo. ¿Cómo podemos ser formados si no nos identificamos con él en su dolor?
A veces Dios nos deja claro que nuestra respuesta se ha atrasado porque la tardanza avanzará su obra en nuestro propio corazón o en otra área. A veces no nos da una razón en absoluto. La respuesta sabia del cristiano, en cualquier caso, es saber que si esperamos en Dios, tiene que haber una muy buena razón. Y si esperamos con fe y expectativa, la espera será ampliamente recompensada. Su tiempo siempre es perfecto.
Ora:
Señor, enséñame la virtud de la paciencia, concédeme el don de saber esperar reconociendo que en ese tiempo de continuo aguardar, estás trabajando en mi corazón, en mi mente, en mi espíritu o en cualquier otra área de mi vida donde deseas que me fortalezca para glorificarte en mayor manera y ser obediente a Tu voluntad. Amén
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