Escucha:
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13)
Como hijos de Dios, somos seres espirituales, y cada esfera de nuestra vida debe ser una expresión de esa relación divina. Ya se trate de trabajo, familia, ministerio o actividades recreativas, todo lo que hacemos se conecta con el propósito de Dios para nuestra vida, y debe ser agradable a Él.
El mundo quiere que creamos que podemos lograr mucho sin Dios. La gente señalará los esfuerzos humanos, como nuestra educación, destrezas y talentos, y nos asegurará que tenemos todo lo necesario para triunfar sin Dios. Nuestro enemigo quiere alejarnos de la confianza en el Señor; ese enemigo quiere que pensemos que los éxitos anteriores significan que podemos manejar las tareas futuras por nuestra cuenta. Pero la Biblia nos dice lo contrario. Para hacer el trabajo de Dios a la manera de Él es necesario que dependamos de su Espíritu, no de nosotros mismos o de los demás.
Si nos apoyamos en el poder y la sabiduría del Espíritu:
- Estaremos plenamente convencidos de que sin la presencia activa de Dios fracasaremos.
- Buscaremos agradar a Dios solamente y no haremos concesiones.
- Estaremos atentos a la actividad del Espíritu Santo.
- Pasaremos más tiempo dando gracias y alabando a Dios.
- Demostraremos gozo en vez de inquietud.
La vida de los hijos de Dios debe caracterizarse por la confianza permanente en el Espíritu Santo. ¿Es esto una realidad en su vida?
Ora:
Señor, dame la fortaleza para sobreponerme a mis debilidades de forma que no me impidan conseguir el propósito al que me has llamado. Permíteme confiar en Tu compañía, sabiendo que junto a Ti nada podrá fallar. Amén.
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