Escucha:
«Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo» (Juan 12:44-47)
Piensa:
Recuerdo durante un viaje de trabajo realizado a Bolivia, que tuvimos la oportunidad de conocer en el día libre, las bellezas naturales de la región de Potosí. Una de ellas la Caverna de Umajalanta, la caverna más profunda del país con casi 8 km de extensión. Observamos en el trayecto, hermosas formaciones rocosas, aves nocturnas, murciélagos y pequeños ecosistemas en perfecto equilibrio. Sin embargo, luego de adentrado el recorrido, la oscuridad se tornó de alguna manera aprensiva y me causó cierta angustia. Me sentí aliviado al retornar y ver nuevamente la luz del día.
La experiencia natural fue grandiosa, pero a su vez muy reflexiva. Me recordó, con esa prolongada ausencia de luz, lo opresiva que puede ser la oscuridad y cuanto necesitamos, en nuestras vidas mantener iluminado el camino para hacer constante la paz y regocijo en nuestros corazones. Vivimos en un mundo oscurecido por la maldad, por una lucha entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto, entre la justicia y la injusticia, que necesita cada día más encontrar esa luz que le permita restaurar su naturaleza de verdadera creación de Dios.
En las escrituras de hoy, observamos como Jesús se hace ejemplo de esa luz necesaria, para devolver a la humanidad su propósito original: Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió.
Las palabras de Jesús verdaderas y sabias no dejan lugar a dudas de que nuestro camino, debe ser su camino porque En Él, no solo tenemos la luz de la salvación, sino al único que puede indicarnos como encontrar el brillo en medio de la oscuridad espiritual que ha ganado terreno en este mundo.
Que sea Jesús nuestra fuente de Luz.
Ora:
Señor, permíteme encontrar la luz de Tu presencia, cuando me embargue la oscuridad, haciendo de Tú camino, mi camino para encontrar la paz y regocijo que mi corazón necesita y que sólo Tú amor puede brindarme. Amén.
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