Escucha:
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno”. (Salmos 139:23-24)
Piensa:
Durante la Guerra de Secesión, enfrentamiento que condujo a la consolidación de la independencia de los Estados Unidos, uno de los asesores del presidente del bando victorioso en el conflicto, le comentó a este que debían agradecer a Dios el que estuviera de su lado en la batalla. El Presidente sabiamente le respondió: “Lo más preocupante no era que Dios estuviera de nuestro lado, sino que nosotros pudiéramos estar del suyo, porque Él siempre hace lo correcto”
Las palabras del Presidente Estadounidense, reflejan una verdad que muchas veces podemos llegar a obviar, damos por sentado que El Señor debe o está para respaldar aquellos planes y perspectivas que nos planteamos, olvidando que aún nuestras mejores expectativas, quizá ni se acerquen a las que Dios desea para nosotros.
En las escrituras de hoy, el salmista era consciente de la importancia de acercarnos a Dios y permanecer de su lado al decir: Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón… ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno. Tenía a su vez presente, que cuando seguimos su ejemplo y procuramos caminar junto a Él, podemos tener la seguridad de que estamos de su lado, contando con su ayuda y con su guía para evaluar nuestros pensamientos y acciones según su voluntad, que siempre es de bien.
Por ello, al ir de la mano de Dios, preguntémonos: ¿Estamos de su lado? Si es así, reflejemos su amor en nuestra manera de relacionarnos con quienes nos rodean. Perdonemos y vayamos guiados por las sendas de su justicia, recordando siempre que caminando junto al Señor, sólo nos esperará lo mejor.
Ora:
Señor, permíteme estar de tu lado, conduciéndome por las sendas de Tu justicia, la bondad de Tu misericordia y la paz de Tu compañía, sabiendo que guardas para aquellos que creen en Ti, siempre lo mejor.
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