Escucha:
Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.(Juan 6:27)
Piensa:
¿Qué le interesa a usted más: la persona de Jesús, o lo que Él puede hacer por usted? Me temo que muchos de nosotros estamos más preocupados por lo que nos puede dar, que saber quién es Él.
Pero esto no es nada nuevo —Jesús tuvo este mismo problema cuando anduvo en la tierra. Las multitudes lo buscaban a menudo por lo que Él podía hacer por ellos. A pesar de que sus necesidades eran reales, Cristo conocía su verdadera motivación.
Hay una línea muy delgada entre tratar de usar egoístamente al Señor para conseguir lo que queremos, y el venir humildemente a Él con nuestras luchas y necesidades. Algunos de los problemas que le traemos son tan apremiantes y urgentes en nuestras mentes, que nuestro deseo de que Él actúe de la manera que queremos es mayor que nuestra disposición de someternos a su voluntad. A veces, lo que llamamos “fe” es, en realidad, un espíritu exigente.
Debemos recordar que nuestras necesidades se acabarán, pero que Jesucristo permanecerá para siempre. Si nuestras oraciones han tenido que ver solo con presentar nuestras peticiones al Señor, hemos perdido la gran oportunidad de conocer a Aquel con quien pasaremos la eternidad. Invirtamos tiempo en la búsqueda de intimidad con Cristo. Entonces podremos disfrutar para siempre de los beneficios de esa relación.
¿Cuánto de su oración está dedicada a pedir por sus necesidades? ¿Está dedicando algún tiempo para conocer al Señor? Aunque Dios se deleita con nuestras oraciones y nos dice que oremos por todo, también quiere que nos acerquemos a Él simplemente porque nos gusta disfrutar de su compañía.
Ora:
Señor, que mis oraciones no sólo clamen por Tu provisión o Tu guía sino que sean el medio para agradecerte y poder disfrutar de Tu maravillosa compañía.
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