Escucha:
“Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”. (Mateo 5:11-12)
Piensa:
Jesús nos entregó dos grandes mandamientos, amar a Dios y después a los demás (Marcos 12:29-31) sin embargo no nos alentó a esperar que ese amor que entregamos fuera retribuido. En las palabras de hoy, incluso, nos alertó de lo contrario, estar preparados para las injusticias, los padecimientos, las intrigas que pueden afectarnos.
Jesús nos instruyó a amar sabiendo que Dios intenta habitar en el corazón de todos los hombres, pero que no todos ellos lo dejan entrar y por ello estamos expuestos a ser heridos. No obstante, nos dio también varias instrucciones importantes en lo que respecta a amar: 1. Todo el amor empieza con Dios (1 Juan 4:19) y 2. La intención de Dios es que todos aquellos que reciben su amor se conviertan en canales de ese amor hacia los demás.
Fuera de Dios, quien es amor en sí mismo, ninguno de nosotros podría amar ni ser amado de verdad (1 Juan 4:7-8).
Por ello, vayamos junto al Señor, andando en Su amor, sabiendo que muchos pueden no recibirnos, y que otros pueden dañarnos, pero siendo conscientes de que ese amor es suficiente para sanar el dolor y mantenernos en pie, para seguir adelante.
Ora:
Señor, Permíteme hoy agradecerte mediante mi obra, no la bendiciones que has traído a mi vida, sino tu amor que es el que las ha hecho posibles. Ese amor que es abundante, indispensable y suficiente, para en cualquier situación, mantenerme. Amén.
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