Escucha:
Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros. (2 Pedro 3:8-9)
Piensa:
Imagina que tu día de trabajo durara tan solo cinco minutos. Apenas tendrías tiempo de marcar el horario e instalarte detrás de tu escritorio. Tal vez te quedarían un par de minutos para comprobar el correo electrónico y, de repente, el día habría acabado. El tiempo volaría.
¿Pero qué ocurriría si tuvieras que parar durante cinco minutos delante de un semáforo? Te parecería una eternidad. Cinco minutos pueden volar o durar para siempre. Todo depende de la perspectiva con que observemos cada situación.
Para Jonás, pasar unas cuantas noches en el vientre de un pez cambió su perspectiva: pasó de intentar cualquier cosa para evitar a Dios a hacer todo lo posible para seguirlo obedientemente. Para Job, perderlo todo cambió su perspectiva: de disfrutar de los lujos de la vida se vio de rodillas suplicándole a Dios que lo librara. Para Saulo, una luz cegadora cambió su perspectiva de invertir su vida cazando y persiguiendo a los cristianos para derramarla a los pies de la cruz.
Si te sientes preocupado, cargado o abrumado, da un paso atrás y contempla la imagen panorámica, y no sólo aquello que te incomoda, angustia o preocupa de la situación por la que atraviesas. Pide a Dios que te dé algo de su perspectiva. Mantener una visión bíblica de tus circunstancias puede hacer la diferencia entre la paz y la ansiedad, entre la tristeza y el gozo.
Ora:
Padre, admito que con frecuencia me dejo desalentar por mis circunstancias y tengo una visión reducida de todo lo bueno, que de ella podría aprender conforme a Tu voluntad. Por ello, Te ruego que me des una nueva perspectiva y que me ayudes a ver mi vida a través de tus ojos. Amén.
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