Escucha:
Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. (Hebreos 10:24)
Piensa:
El tema de las relaciones positivas está cercano a mi corazón, porque Dios me ha dado amigos muy buenos. Son las personas que me desafían a hacer más para el Señor. Mis amigos me aman, ¡pero sin duda no están contentos con que quede como estoy! Si detectan un pecado en mi vida o ven algo que podría hacer mejor, me lo dicen.
Pablo daba también una alta prioridad a las relaciones. El apóstol se rodeó de personas que podían ayudarlo a lograr dos cosas: el cumplimiento de la misión que Dios le había dado, y su conformidad a la imagen de Cristo. Mientras Pablo se derramaba en las vidas de otros, él también estaba siendo edificado y fortalecido por sus hermanos en la fe. Eso, en resumen, es el plan del Señor para cada uno de sus hijos.
¿Y usted? ¿Tiene ciertas relaciones que le motivan a buscar a Dios con más fervor? Es muy importante saber a quiénes permitimos que influyan en nuestras vidas. El Padre celestial prepara a sus otros hijos para invertirlos en usted, como hermanos suyos en la fe, para animarle, para que oren por usted, y para que lo estimulen a tener una fe más completa, de modo que esté preparado para dedicarse a servir a otros. Las buenas relaciones con personas que se edifican mutuamente puede ayudar a los creyentes a cumplir con el plan de Dios para sus vidas.
Las mejores relaciones surgen entre personas que se animan mutuamente en la fe, y por eso “[se estimulan unas otras] al amor y a las buenas obras” (He 10.24). En otras palabras, nuestros mejores amigos son los que nos aman a pesar de como somos, pero no dejan de retarnos a mejorar para el Señor.
Ora:
Señor, rodeáme de buenas amistades en las que pueda nutrir mi vida y yo la de ellos.
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