Escucha:
Y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. (Hechos 4:13)
Piensa:
Cualquiera que estudie los caminos de Dios pronto se da cuenta de que son muy diferentes a los del hombre. La sabiduría mundana dice que se necesitan personas extraordinarias y abundantes recursos para las grandes tareas, sin embargo el Señor a menudo elige lo pequeño e insignificante para lograr sus propósitos en la tierra.
Por ejemplo, Cristo seleccionó un grupo de hombres poco impresionantes como discípulos, sin embargo, después de ser llenos del Espíritu, “pusieron el mundo patas arriba”. Durante su ministerio en la tierra, Jesús alimentó a miles de personas con el magro almuerzo de un niño, y vio las dos pequeñas monedas de la viuda como una ofrenda mayor que todas las demás donaciones generosas (Juan 6:5-12; Lucas 21:2-3).
Dios se especializa en usar a personas que no están naturalmente calificadas para cumplir sus tareas. Moisés fue un pastor de 80 años discapacitado verbalmente que liberó una nación. Después de que Gedeón se escondiera del enemigo, Dios lo convirtió en un valiente guerrero. David fue el hijo menor olvidado que mató a un gigante con una pequeña piedra y se convirtió en el rey más grande de Israel.
Dios no busca gente impresionante; quiere gente dispuesta a doblar la rodilla en humilde sumisión. Ser débil y ordinario no te hace inútil. Más bien te posiciona para una demostración del poder divino en tu vida. Él toma a los insignificantes y se deleita en hacerlos grandes.
¿Has considerado alguna vez que tu falta de habilidad, talento o destreza es el escenario ideal para una gran demostración del poder y la gloria de Cristo? Si estás dispuesto a someterte a su liderazgo y aventurarte en el aterrador pero gratificante territorio de la fe y la obediencia, Él hará grandes cosas en y a través de ti.
Ora:
Señor, ofrezco mis humildes capacitades para los grandes propósitos que deseas que realice. Sé que no te soy insignificante sino grandemente útil en servicio y fidelidad. Amén.
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