23 de Diciembre: Miren lo recto

Escucha:

Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. (Proverbios 4:25)

Piensa:

Muchos pecados comienzan con los ojos. El corazón comienza a anhelar lo que los ojos contemplan. Son como anunciantes personales que nos informan sobre todas las opciones que tenemos a nuestra disposición. Su rango es enorme, pero no disciernen de manera natural. Absorben todo, y en nuestra debilidad, permitimos que exijan demasiado. Pueden llevarnos al anhelo de Dios y de su verdad, pero también pueden extraviarnos por caminos de codicia y lujuria.

Jesús impactó a sus discípulos con una advertencia en cuanto a nuestros ojos. Si uno de ellos hace que pequemos, debemos sacarlo y desecharlo (Mateo 5:29).

¿Es el ojo realmente tan corrupto? No, pero el pecado es así de serio. Hay que lidiar con él. Y la primera manera práctica de hacerlo es protegiendo los ojos.

Así como somos responsables de las cosas que llenan nuestro corazón y de las palabras que produce nuestra lengua, también somos responsables de lo que contemplan nuestros ojos. Demasiadas vidas que están en el camino correcto de la voluntad de Dios se han desviado por una mirada irrelevante. Un vistazo se torna en una mirada fija, una mirada fija se torna en un anhelo, un anhelo desvía al corazón y un corazón desviado causa estragos en la piedad y en el servicio. Las miradas rápidamente pueden convertirse en compulsiones y las compulsiones rápidamente se convierten en ídolos.

Haz un inventario de lo que miras. Los resultados te dirán mucho sobre lo que es importante para ti. Con toda probabilidad encontrarás algunas cosas que son inadecuadamente significativas para ti: un pasatiempo que te consume demasiado tiempo, un deseo perverso, una pasión contraria a la orientación que Dios te ha revelado para tu vida. Todo queda corto frente a la voluntad de Dios para nosotros.

La tendencia de mirar a otro lado indica una insatisfacción con lo que ya tienes. Si estás insatisfecho, la respuesta no está en mirar en otras direcciones; está en fortalecer tu mirada en el Salvador y en sus caminos. Fija tus ojos en lo que, en última instancia, es digno de tu atención. Contempla a Jesús.

Dios se glorifica más en nosotros cuando nosotros estamos más satisfechos con él.

Ora:

Señor, dirige mis ojos y mi mente a lo que realmente necesito, ayúdame a no caer en las distracciones del mundo sino a fijar mis ojos en Ti y en la grandiosa voluntad que me has guardado y que deseas que cumpla. Amén

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