Escucha:
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. (Mateo 7:22-23)
Piensa:
La predicación de Jesús siempre se ha basado en la ofrenda de la salvación eterna a través de la verdadera fe en Él, sentida en el corazón del hombre, y no en una práctica continua y palabras que se repiten para cumplir un ritual.
De ahí que el Señor resalte que aunque muchos hombres y grupos usan sus palabras para atraer a muchas personas, sometiéndolas a las formas más inhumanas de esfuerzo. En muchos aspectos esto no representa el Evangelio que Él predicó entre nosotros.
Jesús muestra en el texto del versículo de hoy, y en todas sus palabras, cuánto su predicación deseaba llevar a los hombres a comprender el plan de Dios para rescatarlos espiritualmente, dándoles la libertad de una fe verdadera, capaz de sentir la presencia de Dios en sus corazones y en sus vidas (leer Juan 8:31-36).
La relación que Jesús propone al hombre es tan intensa y real que es capaz de reconocernos entre las multitudes, nuestra vida, nuestro nombre, aunque parezcamos desconocidos para el mundo.
Así como es capaz de escuchar el clamor de aquellos que se llaman a sí mismos sus mensajeros y simplemente los ignoran, ya que no lo representan como anunciadores de su mensaje original.
Ora:
Señor, gracias por indicarnos el camino a seguir, por alertanos de los falsos profetas que nos alejan de Tus verdaderas enseñanzas y de protegernos con Tu verdad de esas amenazas, para continuar por el sendero correcto que lleva a seguirte, servirte y glorificarte, realmente. Amén.
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