Escucha:
Cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije. (Isaías 51:2)
Piensa:
Un célebre aristócrata y estadista escocés una vez le dijo a un corresponsal que él estaba “arando en su surco solitario”. Siempre que Dios ha necesitado a alguien que haga algo grande para Él, lo ha enviado al “surco solitario”. Lo ha llamado a ir solo.
Tal vez tenga usted que llegar a ser la persona más solitaria de la tierra, pero si eso sucede, usted siempre podrá ver las carrozas de Dios a su alrededor, aun veinte mil, y miles de miles, y entonces se olvidará de su soledad.
Si usted ha tomado el arado, no lo suelte hasta que haya terminado de arar el campo.
“No nos cansemos.” (Gálatas 6:9)
Dijo una vez el pastor americano, Theodore L. Cuyler: «Después de estar muy perplejo e indeciso, no sabiendo si debía o no aceptar un llamado atractivo, abrí el Libro y leí:
¿Para qué discurres tanto, cambiando tus caminos? (Jeremías 2:36)
Su campo de actividad presente puede ser limitado, pero usted no está limitado por su campo. Los grandes hombres han surgido del surco solitario. Los grandes hombres han arado y escarificado y al dejar estas cosas han grabado sus nombres en la historia. Hay alturas inimaginables, lugares inconcebibles para el que sigue adelante. Por lo tanto, estando en el valle, siga adelante, buscando las colinas. Un día mirará hacia atrás con sorpresa y entonces, volviéndose, seguirá adelante con nuevo valor.»
¡Usted fue creado para remontarse, no para volar sobre el terreno más bajo!
«Un alma solitaria ardiendo con el amor de Dios puede hacer que todo el universo arda.» (Hechos 2:41. Apocalipsis 5:11)
Ora:
Señor, cuando me sienta sólo, saca de mi corazón esa tristeza y cámbiala por la alegría de saber que cuento contigo y que Tu mano poderosa me guía hacia los destinos maravillosos de Tu grandiosa voluntad. Amén.
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