Durante un curso de asesoramiento que tomé hace poco, todos los asistentes investigamos el tema del diálogo interno negativo. Enseguida se hizo patente que esa mala costumbre empaña nuestros éxitos, sofoca grandes ideas en su etapa de gestación e influye en nuestras reacciones y en nuestra perspectiva de diversas situaciones.
La negatividad —que se manifiesta en forma de lamentos por oportunidades perdidas, resentimientos, comparaciones desfavorables con los demás, celos y hasta pequeñas frases como: «¡Qué torpe soy!», «¿Cómo pude ser tan tonto?» o «¿Cómo le voy a caer bien a alguien?»— es al parecer un hábito generalizado. Hasta mis compañeros de curso, que se consideran personas generalmente positivas, admitieron haber caído en esa mala costumbre.
Me decidí a cambiar mi forma de pensar y tomar mayor conciencia de los mensajes que pasan por mi cabeza. A continuación, algunas de las estrategias que estoy aprendiendo y tratando de poner en práctica:
• Cuando aparezca un mensaje negativo, cámbialo por uno positivo. «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: Regocijaos».
• Cuando te enfrentes a un obstáculo o a malas noticias, pídele a Dios una solución e imagínate todo el bien que Él puede hacer que surja hasta de una situación complicada. «Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien».
• Cuando todo aparentemente ande mal, recuerda que en toda situación siempre hay un rayito de esperanza, y una luz al final de cada túnel. «Aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, el Señor será mi luz».
• Cuando te acuestes y mientras haces ejercicio, en lugar de caer en un diálogo interno negativo, repasa todo lo bueno que disfrutas y medita sobre todas las cosas que han resultado bien en tu vida. «Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad».
• Cuando te sientas abrumado, ocupa tu mente pensando en la bondad y el amor de Dios para contigo. «Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros —dice el Señor—, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis».
A pesar de que a veces los progresos son muy paulatinos, cada paso me acerca a mi objetivo. Ya casi alcanzo a ver cómo será la nueva Iris.
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Romanos 8:28 (NVI) Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Miqueas 7:8 (NVI)
Enemiga mía, no te alegres de mi mal.
Caí, pero he de levantarme;
vivo en tinieblas, pero el Señor es mi luz.
Filipenses 4:8 (NVI) Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.
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