#EnergiaPositiva
«¿Por dónde comienzo?» es probablemente la pregunta más frecuente que se
hacen las personas que deciden empezar a leer la Biblia.
Recuerdo mis primeros intentos cuando era joven. Comencé por el principio, pero no
llegué muy lejos. A la altura de Levítico —un libro atestado de leyes antiguas—
había perdido todo interés.
Más tarde, cuando empecé a cultivar una relación personal con Jesús, descubrí que
estaba en mejor situación para entender lo que leía. Pablo dice: «El hombre natural
no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no
las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente». Una vez que uno
conoce personalmente al autor, el libro resulta más interesante.
Disfruto leyendo con frecuencia los Salmos. Muchos de ellos son auténticas
oraciones que pueden ayudarnos a expresar nuestras propias peticiones. A veces
comienzan con clamores angustiados y desesperados, pero normalmente terminan
con gratitud y alabanza. Hay 150 salmos. Si se leen 5 al día, en un mes se han leído
todos. En el libro de los Proverbios hay 31 capítulos, lo cual es estupendo para leer
uno al día durante un mes.
Siempre es grato y fácil leer los Evangelios. Yo los releo varias veces al año y
encuentro que son lo mejor que hay para cultivar una estrecha relación con el Señor
y mantenerme en el buen camino.
Otro consejo que viene a cuento es pedirle a Dios que te ayude a entender lo que
lees y qué quiere que aprendas de ello. Yo suelo invocar el versículo «Abre mis ojos,
y miraré las maravillas de Tu ley». Cuando me topo con un pasaje que no entiendo,
lo estudio más a fondo o lo dejo sobre elestante de la fe para otro momento.
Leer la Biblia nunca es un ejercicio inútil. Es alimento para el alma y nos da fuerzas
para librar las batallas de la vida.
Para comentar debe estar registrado.