Cuando mi jefe accedió a dejarme trabajar desde mi casa, yo estaba entusiasmada con la idea y confiada en que rendiría aún más que en la oficina. No obstante, él comentó con una sonrisa de complicidad:
—Eso sí, ten en cuenta que puede que te llame a veces solo para ver si estás trabajando. Que no te pille en la cocina.
Mi jefe conocía mi amor por la buena comida y la gastronomía.
—Con que empieces a trabajar a las 9:00 cada mañana, todo irá bien —añadió.
Esa amable advertencia fue la base de uno de los mejores consejos de administración del tiempo que he escuchado: Fíjate límites y disciplínate para respetarlos.
En todo caso, llegar a mi escritorio a tiempo cada mañana era apenas el primer paso. Enseguida me encontraba abrumada por docenas de mensajes, con solicitudes y cosas que había que hacer. Me resultaba difícil decidir el orden de prioridad. Parecía que todo exigía atención inmediata.
Una vez más, mi jefe me rescató. Me recomendó que elaborara una lista de todo lo que tenía que hacer y se la enviara. Él la revisaría, determinaría el orden de prioridad y me la reenviaría. Me sirvió mucho poder beneficiarme de su experiencia, sobre todo al principio. Al cabo de un tiempo ya fui capaz de decidir yo misma el orden de prioridad. Eso sí, nunca he abandonado la costumbre de poner por escrito todo lo que tengo que hacer.
En cierta ocasión, después de dedicar una mañana a un trabajo de poca monta y no cumplir con la fecha límite de una tarea urgente, aprendí algo muy valioso: «Primero se hace lo más importante». Había hecho un cálculo demasiado optimista del tiempo que iba a necesitar, y por ende no cumplí el plazo.
Mi jefe me dio otros buenos consejos:
—Al terminar la jornada de trabajo, tómate un minuto para revisar tu lista de tareas pendientes y marca los dos o tres ítems de mayor prioridad, en los que te pondrás a trabajar a primera hora el día siguiente.
He comprobado que al final de la jornada tengo una percepción más clara de lo que me queda por hacer. Así que tiene sentido preparar la lista de tareas el día anterior.
Acabé trabajando desde mi casa como asistente personal durante muchos años, y creo que los consejos y las recomendaciones que me dieron cuando empecé me sirvieron para ganarme fama de persona puntual y confiable.
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Gálatas 5:23 (NVI) humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
Santiago 1:20 (NVI) pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere.
Proverbios 16:32 (NVI)
Más vale ser paciente que valiente;
más vale dominarse a sí mismo que conquistar ciudades.
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