Y éste fue el cántico que recitó Moisés de principio a fin, en presencia de toda la asamblea de Israel:
«Escuchen, cielos, y hablaré;
oye, tierra, las palabras de mi boca.
Que caiga mi enseñanza como lluvia
y desciendan mis palabras como rocío,
como aguacero sobre el pasto nuevo,
como lluvia abundante sobre plantas tiernas.
Proclamaré el nombre del Señor.
¡Alaben la grandeza de nuestro Dios!
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
y todos sus caminos son justos.
Dios es fiel; no practica la injusticia.
Él es recto y justo.
Actuaron contra él de manera corrupta;
para vergüenza de ellos, ya no son sus hijos;
¡son una generación torcida y perversa!
»¿Y así le pagas al Señor,
pueblo tonto y necio?
¿Acaso no es tu Padre, tu Creador,
el que te hizo y te formó?
Recuerda los días de antaño;
considera las épocas del remoto pasado.
Pídele a tu padre que te lo diga,
y a los ancianos que te lo expliquen.
Cuando el Altísimo dio su herencia a las naciones,
cuando dividió a toda la humanidad,
les puso límites a los pueblos
según el número de los hijos de Israel.
Porque la porción del Señor es su pueblo;
Jacob es su herencia asignada.
Lo halló en una tierra desolada,
en la rugiente soledad del yermo.
Lo protegió y lo cuidó;
lo guardó como a la niña de sus ojos;
como un águila que agita el nido
y revolotea sobre sus polluelos,
que despliega su plumaje
y los lleva sobre sus alas.
»Sólo el Señor lo guiaba;
ningún dios extraño iba con él.
Lo hizo cabalgar sobre las alturas de la tierra
y lo alimentó con el fruto de los campos.
Lo nutrió con miel y aceite,
que hizo brotar de la roca;
con natas y leche de la manada y del rebaño,
y con cebados corderos y cabritos;
con toros selectos de Basán
y las mejores espigas del trigo.
¡Bebió la sangre espumosa de la uva!
»Jesurún engordó y pateó;
se hartó de comida,
y se puso corpulento y rollizo.
Abandonó al Dios que le dio vida
y rechazó a la Roca, su Salvador.
Lo provocó a celos con dioses extraños
y lo hizo enojar con sus ídolos detestables.
Ofreció sacrificios a los demonios, que no son Dios;
dioses que no había conocido,
dioses recién aparecidos,
dioses no honrados por sus padres.
¡Desertaste de la Roca que te engendró!
¡Olvidaste al Dios que te dio vida!
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