Gozar de paz en nuestro corazón puede parecer imposible cuando nuestra mente está sumida en un torbellino de confusión y el ajetreo de la vida cotidiana. Sin embargo, Jesús nos prometió esa paz: «La paz os dejo, Mi paz os doy […]. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo».
Tener a Dios como marco de referencia significa darle un papel activo en nuestra vida cotidiana. Eso se hace reconociendo Su presencia y Su poder y pidiéndole consejos y ayuda en asuntos grandes y pequeños. Daniel —cuya historia se narra en el libro del Antiguo Testamento que lleva su nombre— tenía justamente ese tipo de relación con Dios, una relación que dio su fruto cuando se enfrentó a un desafío que, si se compara con la mayoría de los nuestros, los hace palidecer.
A Daniel se lo llevaron cautivo los babilonios cuando conquistaron Judá, siendo él muy joven. No obstante, con el tiempo fue ascendiendo hasta alcanzar un puesto de poder e influencia en la corte real de Babilonia. Después que los medos derrocaron a los babilonios, se le concedió también un alto cargo administrativo durante el reinado de Darío.
La política siempre ha estado plagada de rivalidades e intrigas, y en aquel tiempo no era distinto. Otros dos gobernadores, movidos por la envidia, conspiraron contra Daniel. Convencieron a Darío para que decretara restricciones a la oración y el culto, cuyo incumplimiento se castigaría con la muerte. Pero Daniel, cuya devoción a su Dios era de todos conocida, hizo caso omiso de aquel decreto. Darío se dio cuenta de que había sido manipulado y quiso ayudar a Daniel; pero no podía alterar ni saltarse a la torera su propio decreto. Cuando Daniel fue arrojado a un foso en el que había leones hambrientos, parecía hombre muerto. No obstante, a la mañana siguiente salió del foso ileso.
Tener a Dios como marco de referencia nos permite superar las tribulaciones de la vida con nuestra fe y paz interior intactas.
El camino de la paz: Cuando te despiertes, ora por el día que tienes por delante. Cuando te sientas agobiado, o tengas que tomar una decisión, o te topes con un problema, haz una pausa para rezar. Por las noches, tómate unos minutos para reflexionar en silencio. Son momentos ideales para sosegarte en presencia de Dios.
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Colosenses 3:15 (NVI) Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos.
Filipenses 4:7 (NVI) Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Juan 14:27 (NVI) La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.
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