El efecto de la perspectiva

#Devocional

Pregunta: Sé que los problemas son parte de la vida, pero me da la impresión de que los míos se suceden incesantemente, y nunca logro darme un respiro. ¿Cómo puedo sobreponerme a ellos y evitar que me abrumen?

Respuesta: Una sensación parecida debía de tener el rey David cuando exclamó: «¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría» (Salmo 55:6). Ese deseo de desembarazarnos de nuestras dificultades y preocupaciones y sentirnos libres es algo que nos embarga a todos en un momento u otro.
Lamentablemente, no existe ninguna panacea ni fórmula mágica de fácil aplicación que haga desaparecer los problemas. Pero sí podemos aprender a contener el efecto que los inconvenientes y contrariedades —tanto reales como imaginarios— tienen en nosotros.
Una receta infalible para fortalecer nuestro espíritu es adoptar una actitud de alabanza y gratitud a Dios, aun cuando estemos pasando por una época turbulenta. Por muy mal que marchen las cosas o por imposible que se vea la situación, si uno hace un esfuerzo siempre encuentra algo por lo que puede sentirse agradecido; por ejemplo, el hecho de que Dios está presto a ayudarnos y demostrar que es «nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» (Salmo 46:1).
Esa actitud positiva y de alabanza aligera nuestras cargas y nos ayuda a sobrellevarlas. Nos levanta la moral y renueva nuestra esperanza. Nos da alas para remontar las situaciones de apuro y la incertidumbre, los miedos y la inquietud que provocan. Eleva nuestro espíritu por encima del plano terrenal y lo transporta a las alturas celestes. Aunque no necesariamente elimine los contratiempos, nos ofrece una mejor perspectiva de los mismos, un enfoque celestial, y nos infunde fe en que todo tendrá el desenlace positivo que Dios ha prometido a quienes lo aman.

Salmos 55:6 (NVI) ¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo!

Salmos 46:1 (NVI) Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia.

Romanos 8:28 (NVI) Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.