#Devocional
Había encarado y vencido a los demonios de la inseguridad y el temor al fracaso. Me había lanzado a las profundidades, tomando pluma y papel para escribir mi primer artículo inspirativo. Al terminar, lo leí varias veces.
Quedé bastante contento con mi modesto esfuerzo y lo envié a una revista mensual con la esperanza de que me lo publicaran.
Tiempo después el redactor jefe de la revista se comunicó conmigo para decirme que deseaba publicar mi artículo. También me envió el texto corregido para que lo aprobara o le hiciera más correcciones. ¿Correcciones? Al ver mi trabajo corregido, me invadieron sentimientos encontrados. Me había convencido de que era un talentoso escritor en ciernes, pero ese concepto se desvaneció como un espejismo en una tormenta de arena.
Luego de superar el shock inicial, traté de sopesar la situación más objetivamente. En efecto, la versión revisada estaba mejor. La idea central que yo quería transmitir todavía estaba presente, las imágenes que yo había pintado estaban intactas, y el tono no había cambiado. Sin embargo, los pasajes superfluos habían sido eliminados para poner de relieve el meollo del artículo.
Mientras cavilaba acerca de eso, me fijé en una foto de un anillo de diamantes de una revista que tenía abierta sobre la mesa. Me puse a pensar que primero alguien extrajo el trozo de roca que contenía aquel diamante y luego las hábiles manos de un lapidario transformaron aquella gema en bruto en un objeto de gran belleza, de mucho valor y muy codiciado. Al igual que el diamante atrapado en la roca, el texto original de mi artículo no estaba listo para el público. Había en él un diamante, sí; pero fueron necesarias otras manos hábiles para extraerlo, cortarlo y pulirlo.
La vida también es así. Cada uno de nosotros es como un borrador que debe pasar por un proceso de mejoramiento. Dios ve en cada ser humano indicios de lo que puede llegar a ser, igual que el redactor detecta una idea promisoria entre los borradores que llegan a su escritorio. Entonces se pone a trabajar para transformarnos paso a paso en un artículo prolijo que valga la pena leer. Nuestra sustancia sufre sucesivas modificaciones y ajustes a causa de las decisiones que tomamos, las pruebas de la vida eliminan lo superficial e innecesario, y la interacción cotidiana con nuestros semejantes nos va puliendo y perfeccionando.
Al igual que el borrador de mi artículo, en manos del Redactor Jefe mi vida se ha convertido en más de lo que era al comienzo. Y Él aún no ha concluido.
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Salmos 119:59 Me he puesto a pensar en mis caminos, y he orientado mis pasos hacia tus estatutos.
1 Corintios 6:19-20 ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.
Proverbios 21:1 En las manos del Señor el corazón del rey es como un río: sigue el curso que el Señor le ha trazado.
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