#Devocional
Hace unos 30 años di con una perla de sabiduría que me ayudó a conservar la cordura. Lo que me asombra ahora es la facilidad con que pude haberla pasado por alto. En aquella época me sentía feliz y realizado. Estaba satisfecho con mi vida y con el rumbo que llevaba. Habría podido considerar que aquellas palabras no se me aplicaban y hacer caso omiso de ellas. Sin embargo, me alegro de no haber reaccionado así. Resulta que mi situación dio un giro inesperado para peor.
Perdí mi empleo y la seguridad que me proporcionaba, y estas palabras se convirtieron en mi referente:
«Si en lugar de buscar seguridad en otras cosas, la halláramos en la certeza de que Dios nos ama y tiene un designio para cada uno de nosotros, Él nos haría muy felices. A veces, sin embargo, nos sumimos en la desdicha a causa de nuestra propia insatisfacción, porque, a diferencia del apóstol Pablo, no aprendemos a contentarnos cualquiera que sea nuestra situación».
Claro que no hay que malinterpretar al Apóstol. No significa que debamos dejar de pugnar por ser mejores personas, o adoptar una actitud fatalista cuando las circunstancias en las que nos encontramos no se ajustan a nuestras expectativas.
Pero volviendo a mi experiencia de hace 30 años, ese pequeño consejo me hizo comprender que aunque mi realidad cambiara bruscamente, eso no tenía por qué afectar lo más importante de mi vida. Esos trances no alteraban lo que era yo, ni mis principales objetivos, ni el amor de Dios por mí. Entendí que esos aprietos no tenían por qué privarme de la satisfacción de que había gozado antes que todo se viniera abajo. ¿El desenlace? Superé esa mala temporada concentrándome en lo que aún tenía en vez de lamentarme por lo que había perdido, y terminé más dichoso que al principio.
Sean cuales sean las dificultades que te agobian en este momento, espero que el presente número deConéctate te ayude a encontrar perfecta paz interior.
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Romanos 3:23 (NVI) pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios,
Hechos 16:31 (NVI) —Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —le contestaron.
Juan 5:24 (NVI) Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
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