Es harto conocido el episodio en que un muchacho entregó su almuerzo a los discípulos para que lo repartieran entre la multitud. Jesús tomó los cinco panes y los dos peces, los bendijo, y milagrosamente se multiplicaron, con lo que sirvieron para saciar el hambre de miles de personas. ¿Quién era aquel chiquillo? ¿Cómo se llamaba? ¿Cómo se llamaba su madre que con cariño le preparó la fiambrera? Desconocemos esos detalles.
Detrás de muchos milagros de liberación, sanación y provisión hay algún héroe anónimo que, sin hacer mucho ruido, realiza un sencillo acto de bondad. Recordemos a los hombres que cargaron en su camilla a su amigo paralítico. Tan ansiosos estaban de llevarlo ante Jesús para que lo sanara que abrieron un boquete en el tejado para poder introducirlo en la casa atestada de gente.
Los que acarreaban el cadáver del hijo único de una viuda se detuvieron cuando Jesús se les acercó, y así presenciaron el milagroso regreso a la vida del joven. Y no hay que olvidar a los hombres que vinieron de parte de un centurión para rogar a Jesús que sanase a su apreciado siervo. Al regresar se encontraron con que el criado se había curado.
Todos esos personajes anónimos hicieron más de lo que era su obligación. No consta que se les dieran las gracias o se los recompensara por ello. Actuaron así porque les salió del corazón.
Probablemente ya adivinas el tema del ejercicio que te vamos a presentar. Para esta próxima semana hazte un propósito: sin decirle nada a nadie ni esperar nada a cambio, ten una atención con alguien, ya sea un colega, un amigo, un pariente o un extraño. Mejor todavía, procura hacerlo todas las semanas. Quizá no seas testigo de milagros espectaculares, pero harás sonreír a otros seres humanos.
Realiza un acto de bondad sin mirar a quién y sin esperar recompensa, sabiendo que un día alguien podría hacer lo mismo por ti.
Diana de Gales (1961–1997)
Hoy he nacido
Cada día que pase, has de decirte:
«¡Hoy he nacido! […]
Hoy, cada instante, al bien y a la alegría
será propicio,
y la esencial razón de mi existencia,
mi decidido
afán, volcar la dicha sobre el mundo,
verter el vino
de la bondad sobre las bocas ávidas
en redor mío
Será mi sola paz la de los otros;
su regocijo
mi regocijo, su soñar mi ensueño;
mi cristalino
llanto, el que tiemble en los ajenos párpados;
y mis latidos,
los latidos de cuantos corazones
palpiten en los orbes infinitos».
Cada día que pase, has de decirte:
«¡Hoy he nacido!»
Amado Nervo (1870–1919)
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Colosenses 3:12 (NVI) Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia,
2 Corintios 6:6 (NVI) Servimos con pureza, conocimiento, constancia y bondad; en el Espíritu Santo y en amor sincero;
1 Corintios 13:4-7 (NVI) El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
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