#EnergiaPositiva
Conozco a Alex desde hace cuatro años. Él tiene 24 y sufre de parálisis cerebral. Es uno de los beneficiarios del programa de distribución de alimentos que gestiona el club de damas del que soy socia. Cada vez que le llevo comida, me paso cerca de una hora conversando con él.
—Si pudieras ir a cualquier parte —le pregunté varias veces—, ¿a dónde irías?
Su respuesta era siempre la misma:
—A Rusia, a San Petersburgo.
El año pasado se graduó de la universidad con honores. Su extraordinario desempeño le valió dos pasajes aéreos a San Petersburgo, donados por una familia que había oído hablar de él a través de nuestro programa de distribución de alimentos.
Alex no cabía en sí de alegría, tanto así que no lograba conciliar el sueño de noche. Tampoco su madre, preocupada por los demás gastos del viaje. Cuatro días en San Petersburgo podían costarles tanto como cuatro meses en casa. Sus ahorros ni de lejos le alcanzaban para eso.
Mientras indagaban las posibilidades de alojamiento compartido, el gerente del Hotel Marriott de San Petersburgo oyó hablar de Alex y les ofreció una habitación de cortesía durante toda su estadía, con desayuno incluido y también el desplazamiento desde y hacia el aeropuerto.
Uno de los directores de la empresa donde trabaja mi marido organizó y financió un tour privado de la ciudad, además de visitas al Museo del Hermitage —uno de los mejores museos de arte del mundo— y el Palacio Peterhof, residencia de verano de Pedro el Grande. ¡Recuerdos para toda una vida!
La gente es buena, desea hacer el bien. Si unos pocos individuos que ni siquiera se conocían lograron que se cumpliera el sueño de Alex, ¿cuánto más podemos hacer nosotros si aunamos fuerzas con el propósito bien definido de mejorar la vida de otras personas?
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Mientras caminaba cerca de la orilla del mar, un hombre notó que un muchacho se inclinaba una y otra vez a recoger algo de la playa y lo arrojaba al mar. El hombre se acercó para ver de qué se trataba. Eran estrellas de mar que habían quedado varadas en la arena. Convencido de la inutilidad de todo aquel esfuerzo, comentó:
—¡Estás loco! Hay miles de estrellas de mar en esta playa. ¿De qué sirve lo que haces?
El muchacho se agachó para recoger otra y, tirándola al agua, respondió:—A esa le sirvió.
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Colosenses 3:17 – Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.
Gálatas 6:9 – No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.
Hebreos 10:24 – Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras.
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