Mamá motoquera

#EnergiaPositiva

Entre los primeros recuerdos que tengo de mi infancia están los paseos que hacía en el asiento posterior de la motocicleta que conducía mi mamá. Y no eran para dar una vuelta a la manzana. Éramos una familia misionera y vivíamos en países en que ese era el medio de transporte más práctico y económico. (En mi niñez estuve en Hong Kong, Tailandia, Indonesia, Filipinas, Malasia y Singapur.)

Sin embargo, aquello no era lo único sui géneris ni excepcional de mi madre. Siempre se esmeraba por aprender todo lo que podía de la cultura del lugar donde vivíamos y amoldarse a ella. Le encantaba comunicarse con la gente en su propio idioma. También era experta en organizar paseos entretenidos de contenido didáctico para nosotros, y nos instaba a probar platos, deportes y costumbres autóctonos.

Cuando era una joven adulta me mudé a Uganda, y al cabo de un tiempo mamá se fue a vivir conmigo. Fue increíble lo rápido que se adaptó a África después de haber vivido numerosos años en Japón. Como siempre, se mostraba ansiosa por aprender cosas nuevas, estudiar los dialectos locales y familiarizarse lo más posible con la cultura ugandesa. Al poco tiempo ya saludaba a los vendedores ambulantes en su propia jerga. Llegó a conocer bien a todos nuestros vecinos ugandeses, inclusive detalles relacionados con los estudios e intereses de sus hijos. Nunca vacilaba a la hora de ayudar a un amigo o desconocido que padecía necesidad. Tampoco había perdido su faceta divertida y ligeramente temeraria. En sus días libres se iba hasta el Lago Victoria en su moto todoterreno, alquilaba motocicletas para que los demás aprendiéramos a manejarlas, o se dedicaba a una de sus actividades preferidas: andar en kayak por el Nilo.

Según lo veo yo, las mejores madres no son necesariamente perfectas cocineras y amas de casa, pero aman a sus hijos de corazón, a su manera. Su coherencia con lo que predican es ejemplar, y no tienen miedo de dejar que sus hijos prueben cosas nuevas y desarrollen su propio modo de ser. Y en el ínterin, disfrutan de la vida como ellas solas.

Colosenses 3:14 Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.

1 Pedro 1:22 Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros.

Gálatas 5:22 En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,