#Devocional
Amigo hay más unido que un hermano» (Proverbios 18:24), dice la Biblia. Ese amigo es Jesús, que además nos promete:
Yo estoy con vosotros todos los días» (Mateo 28:20), y: «No te desampararé, ni te dejaré» (Hebreos 13:5). Su presencia puede llenar ese doloroso vacío que todos sentimos en algún momento, por muy estrechas que sean nuestras relaciones con nuestros compañeros de viaje en la travesía de la vida. Es preciso que aprendamos a dejar que Jesús llene ese vacío.
Haz silencio y medita en la siguiente promesa: «Mi presencia irá contigo» (Éxodo 33:14). Antes que comenzara el día, mientras dormías, Jesús ya estaba contigo, velando por ti. Llegó la mañana, y cuando aparecieron los primeros rayos de sol, Él seguía a tu lado. Cuando te pusiste a pensar en la jornada que tenías por delante, Él estaba esperando a que le pidieras ayuda para planificarla y llevar a efecto el plan. Camino del trabajo, estaba también a tu lado. Cada vez que te topaste con una dificultad, quiso darte la solución, y se quedó aguardando a que se la pidieras. Cuando te enteraste de una buena noticia, compartió tu dicha. Cuando las cosas dieron un giro negativo, se apresuró a tranquilizarte. Mientras lees esto, Él permanece a tu lado.
Mañana, a lo largo de la jornada, recuerda que Jesús es tu compañero permanente. A medida que adquieras más conciencia de Su presencia, hallarás consuelo y cercanía con Él. Eso mitigará tu soledad y llenará esos espacios en blanco mejor que cualquier otra cosa o persona.
¿A dónde me iré de Tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de Tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás Tú; y si en el [abismo] hiciere mi estrado, he aquí, allí Tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará Tu mano, y me asirá Tu diestra. Si dijere: «Ciertamente las tinieblas me encubrirán»; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de Ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz. (Salmo 139:7-12)
Si nunca has sentido la amorosa presencia de Jesús, invítalo a formar parte de tu vida y acéptalo como tu Salvador. No tienes más que hacer la siguiente oración.
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Salmos 139:7-12 (NVI) ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! Y si dijera: «Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío, ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!
Hechos 20:7 (NVI) El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Como iba a salir al día siguiente, Pablo estuvo hablando a los creyentes, y prolongó su discurso hasta la medianoche.
Juan 3:16 (NVI) Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo *unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
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