Una de mis historias preferidas es la de un joven africano que cruzó a pie casi 5.000 kilómetros de territorio selvático hostil impulsado por un objetivo y una determinación.
Legson Didimu Kayira nació en la década de 1940, destinado a llevar una vida de pobreza total en la tribu tumbuka de Malawi. Sin embargo, soñaba con estudiar en los Estados Unidos. A los 16 años decidió emprender camino a pie hasta Egipto y una vez allí conseguir trabajo en un barco con rumbo a los EE.UU. Partió de su casa con una pequeña hacha, una manta, un mapa de África, un mapa del mundo y dos libros: una biblia y un ejemplar de El progreso del peregrino.
Quince meses después Legson llegó a Kampala (Uganda), donde encontró un registro de las universidades norteamericanas. Escribió al Skagit Valley College de Mount Vernon explicando su situación y solicitando una beca. El decano quedó tan impresionado que le concedió tanto el ingreso como la beca. Mientras tanto el estudiantado recaudó 650 dólares para cubrir su pasaje. En diciembre de 1960 Legson finalmente llegó al Skagit Valley College llevando todavía consigo las pocas pertenencias con las que había salido de su casa dos años antes.
Más tarde, Legson se convirtió en profesor de la Universidad de Cambridge y escribió seis novelas y su galardonada autobiografía Ulises negro.
Otra: En 1938, Sōichirō Honda comenzó a diseñar un nuevo aro de pistón que soñaba con vender a la empresa Toyota; pero fue rechazado.
Volvió al tablero de dibujo, y dos años más tarde había diseñado un nuevo aro de pistón. En aquella ocasión se ganó el contrato con Toyota; pero no tenía fábrica, y el hormigón escaseaba a causa de la Segunda Guerra Mundial.
Sin inmutarse, el señor Honda inventó una nueva fórmula para la fabricación de hormigón y construyó su fábrica. Por desgracia fue bombardeada dos veces y finalmente arrasada por un terremoto.
Después de la guerra, Japón sufrió una escasez de gasolina. El señor Honda no podía permitirse el lujo de conducir su auto, por lo que le agregó un pequeño motor a su bicicleta. Sus vecinos no tardaron en pedirle que les hiciera también a ellos bicicletas motorizadas y lo animaron a construir una planta para fabricar sus motores.
Como no tenía capital, escribió a la totalidad de los 18.000 propietarios de tiendas de bicicletas del Japón una carta personal en la que explicaba su iniciativa y pedía contribuciones económicas. Cinco mil de ellos accedieron a adelantarle capital para su invento… y el resto, como dicen, es historia.
Lo que esos hombres —y otros como ellos— tuvieron en común es que no permitieron que sus circunstancias limitantes pusieran cortapisas a sus sueños.
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Filipenses 4:13 (NVI) Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
2 Timoteo 4:7 (NVI) He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe.
Jeremías 29:11 (NVI) Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor —, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.
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