Escucha:
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (Hebreos 4:16)
Piensa:
Dios quiere que Su gracia sea nuestra porción diaria.
La vida está llena de situaciones que van más allá de nuestros recursos: bancarrotas, devastaciones emocionales, desintegración familiar, aflicciones físicas y enfermedades. Nos encontramos en circunstancias que quisiéramos poder cambiar, pero no tenemos poder sobre ellas aun cuando nos esforzamos para hacer algo al respecto.
La gracia es absolutamente lo contrario a la enseñanza de esta vida que dice que estás solo y debes depender de tus propios recursos: “Esfuérzate en el trabajo. Invierte sabiamente. Da lo mejor de ti. Haz todo lo que puedas hacer, y sé todo lo que puedas ser.” La gracia, por el contrario, nos enseña:
Gloriarnos en nuestras debilidades en lugar de hacerlo en nuestras fortalezas (2 Corintios 12:9).
Reconocer que no somos personas hechas por nuestros esfuerzos (1 Corintios 15:10).
Vernos a nosotros mismos como mano de obra Suya, no nuestra (Efesios 2:10).
Ser fortalecidos con la gracia, no con nuestros rigores religiosos (Hebreos 13:9).
Hacerlo nuestro campeón en lugar de tratar de pelear las batallas por nuestra cuenta.
Tales momentos, como ; cuando no hay dinero suficiente para el pago de la hipoteca; cuando los médicos te diagnostican una enfermedad; o cuando tu corazón está quebrantado, al parecer, sin la posibilidad de ser restaurado, son momentos en los que se necesita la gracia.
La gracia es como un tanque de gasolina extra. Cuando se te acaba la gasolina, cambia de tanque. Para eso es.
La gracia es como una lámpara; Cuando está demasiado oscuro y no podemos ver, podemos dejar de estar mirando con los ojos entrecerrados y prender la luz.
Dios nos invita a vivir en Su gracia; es una experiencia diaria.
Hoy , me Convenzo que solo su gracia me basta.
Ora:
Gracias Señor, por que en los momentos de mayor dificultad en los que no he visto salida, me has bendecido con Tu gracia y poder. Por ello, me vuelvo a Ti con confianza, que si poseo Tu gracia en mi vida, ya no necesito de nada más. Amén
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