Cuando los problemas no dan tregua

#Devocional

Hay dificultades de la vida —por ejemplo, una gripe o una discusión con un compañero de trabajo— que no duran mucho. Otras pueden dilatarse: una enfermedad crónica, un impedimento físico, una adicción, la pérdida de un ser querido o una lucha sin cuartel por superar un defecto como la ira o el mal humor. Puede ser necesario bregar durante semanas, meses o incluso años con algo así.
A veces esas situaciones persisten pese a que uno considera que ha hecho todo lo que estaba a su alcance: ha orado, leído y obedecido la Palabra de Dios, ha invocado Sus promesas y ha procurado confiar en Él. Si después de todo eso uno sigue sin ver una salida, es fácil desmoralizarse.
Es posible que Dios nos esté poniendo a prueba para ver si vamos a confiar, tener fe y agradecerle todo lo bueno que nos da, aun cuando parezca que no responde a una petición particular que le hemos hecho. «Por fe andamos, no por vista. Bienaventurados los que no vieron, y creyeron» (2 Corintios 5:7; Juan 20:29). A Dios le encanta que Sus hijos manifiesten fe, y promete recompensar grandemente a quienes soportan las pruebas con valor.
Si Dios está obrando en tu vida con el fin de cultivar en ti determinada cualidad, puede que el proceso demore un poco. Un trozo de carbón no se convierte en un diamante de la noche a la mañana; lo mismo sucede con nosotros.
Cuando te parezca que has llegado al límite de tus fuerzas, aguanta un poco más. Muchas veces la paciencia es la llave que nos da acceso a las bendiciones de Dios. Hay casos en que tenemos que conformarnos con aguardar a que Él nos responda. Aunque le pidamos que ponga fin enseguida a nuestras dificultades, es posible que Él considere preferible hacerlo más adelante. El cronograma de Dios es impecable. «Bien lo ha hecho todo» (Marcos 7:37). Confía en Él.
La fe implica confianza. Quien tiene fe no se rinde ni da nada por imposible. Quien tiene fe no permite que las circunstancias o las pruebas lo despojen de su paz y de su alegría.
Si no claudicamos, y más bien nos aferramos a Dios pase lo que pase, si nos proponemos firmemente creer en Sus promesas aunque no veamos aún su cumplimiento, la victoria será nuestra al fin. Una fe de ese calibre es invencible. Dios siempre nos sacará adelante.

2 Corintios 5:7 (NVI) Vivimos por fe, no por vista.

Juan 20:29 (NVI) —Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; *dichosos los que no han visto y sin embargo creen.

Marcos 7:37 (NVI) La gente estaba sumamente asombrada, y decía: Todo lo hace bien. Hasta hace oír a los sordos y hablar a los mudos.