EL ALIMENTO NECESARIO

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La comidaes una de las necesidades vitales del ser humano; de ahí que hiciera tempranamente su aparición en la narración de la relación de Dios con nosotros. En el Génesis se nos dan los árboles y las demás plantas para alimentarnos: «Toda planta que da semilla […] y todo árbol en que hay fruto y que da semilla os serán para comer».

Preparación de la comida
Tanto para un maestro de la cocina como para el ama de casa que guisa una comida para su familia o el estudiante que se calienta un paquete de fideos instantáneos para el almuerzo, la preparación de la comida es parte inseparable de la vida cotidiana. En el ámbito cultural de la Biblia, las labores culinarias normalmente recaían sobre las mujeres, salvo que la comida tuviera fines ceremoniales.

Sara preparó una comida para los ángeles que visitaron a su marido, Abraham, y Marta hizo lo mismo para Jesús, mientras su hermana María se sentaba a Sus pies y lo escuchaba.

En cierta ocasión, Jesús mismo cocinó: «Al descender [los discípulos] a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. […] Les dijo Jesús: “Venid, comed”. […] Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado».

En algunos casos se hace referencia a ingredientes o especias particulares: «¿Acaso se come sin sal lo desabrido o tiene sabor la clara del huevo?»

De cuando en cuando aparece incluso alguna receta: «Junto la leña, prendo el fuego y coceré tan bien la carne que desaparecerá hasta el jugo».

Festejos
No hay nada como juntarse con amigos para una deliciosa comida. El menú de un festejo de tres días para celebrar el ascenso al trono del rey David incluía higos, pan, pasas, aceite, y carne de buey y de oveja.
Los creyentes de la iglesia primitiva comían juntos: «Partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría y sencillez de corazón».

Si avanzamos hasta el jubiloso clímax de la Biblia, nos topamos con otro banquete al que están convidados todos los creyentes: «¡Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero!»

Compartir
Jesús se preocupaba de las necesidades cotidianas de quienes lo rodeaban. Cuando Sus seguidores quisieron despedir a una multitud para que fuera a buscar comida, Él insistió: «No es necesario que se vayan; denles ustedes de comer».

Jesús comió con Sus seguidores tanto antes de Su muerte como después de Su resurrección.

Compartir nuestros alimentos con los demás es parte de nuestro deber: «El Señor […] ama también al extranjero y le da pan y vestido. Amaréis, pues, al extranjero».

Jesús dijo que lo que damos a los hambrientos es como si se lo diésemos a Él: «Tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber. […] Todo lo que hicieron por uno de Mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por Mí».

Más dulce que la miel
La Palabra de Dios es alimento para nuestro espíritu: «¡Cuán dulces son a mi paladar Tus palabras! ¡Más que la miel a mi boca!»

Jesús citó el Antiguo Testamento cuando dijo: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

El profeta Jeremías sin duda disfrutaba de su alimento espiritual: «Fueron halladas Tus palabras, y yo las comí. Tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón».

El don de Dios
«La vida es más que la comida». Por otra parte, Dios sabe que la necesitamos: «Los ojos de todos esperan en Ti y Tú les das su comida a su tiempo».

El mismo disfrute de la comida es un don de Dios: «La gente debería comer, beber y aprovechar el fruto de su trabajo, porque son regalos de Dios».

Dondequiera que estemos o vivamos, la comida tiene importancia para todas las personas. La compramos o la cultivamos, la preparamos y la comemos. Y aunque no nos resulte fácil imaginarnos la historia lejana y los héroes, milagros y acontecimientos sobrenaturales de la Biblia, la comida es algo que todos entendemos. Está en nuestro plano y a tono con nuestra realidad, tal como Dios quiere estar. Él desea saciar nuestra hambre, tanto física como espiritual. Es un concepto que hace falta digerir bien.

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