Me crié en una granja de Pleasant Hill, en el estado de Nueva York. Siempre estábamos rodeados de gallinas que correteaban en busca de gusanos e insectos y escarbaban la tierra para ver si encontraban alguna semilla. En general llevaban una vida despreocupada y feliz. Esa es una de las razones por las que, a pesar de disponer de un modesto presupuesto para alimentos, compro siempre huevos de gallinas camperas. Estoy convencida de que las gallinas felices ponen mejores huevos.
Algo que noté desde que era pequeña fue que existe un claro orden jerárquico entre las gallinas. La mayoría son animales sociables y humildes que no se meten en lo ajeno. Sin embargo, algunas van por ahí hinchando el pecho, alardeando de tener señorío sobre las demás… y arrancándoles las plumas de la cola.
A primera vista puede parecer gracioso. Recuerdo haber visto algunas que corrían detrás de las otras y les arrancaban orgullosas las plumas. Seguramente se sentían superiores. Tal vez su picoteo era un forma de proclamar ante las demás gallinas que sus víctimas eran demasiado presumidas y por ende había que bajarles los humos. A lo mejor las gallinas son más propensas a pecar con el pico que con la lengua.
Lo curioso, sin embargo, era que el picoteo de colas daba lugar a tremendas rivalidades. La Regla de Oro se aplicaba al revés: esas gallinas terminaban sufriendo lo mismo que les hacían a las demás. Cuantas más plumas arrancaban, más les arrancaban a ellas. Al final, algunas de nuestras hermosas gallinas se veían ridículas.
Los criadores de pollos han debatido el tema del desplume. Aunque todos saben que es perjudicial, aparte de tratar de separar a las gallinas revoltosas antes que la hostilidad se extienda a todas, no cuentan con muchas soluciones. Es común aducir deficiencias vitamínicas para explicar el problema, dado que las gallinas mejor alimentadas son menos propensas a picotear. En nuestra finca, las gallinas hostiles con frecuencia terminaban en el guiso del domingo.
Yo de niña no era muy desenvuelta, pero observando las gallinas pronto me di cuenta de que la mejor defensa consistía en no defenderse en absoluto. Aprendí a abstenerme de desplumar a los demás en todo tipo de entornos sociales. A diferencia de los animales más competitivos de la cadena alimentaria, que creen que deben comer o serán comidos por los demás, entendí que el desplume era esencialmente un hábito autodestructivo. Mejor estar en un gallinero, rodeada de otras gallinas, que terminar en la olla.
Jesús lo expresó muy bien en el Sermón de la Montaña: «Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra». O como dirían los criadores de gallinas, ¡heredarán el gallinero!
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Deuteronomio 8:18 (NVI) Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados.
Josué 1:8 (NVI) Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito.
Malaquías 3:10 (NVI) »Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde.
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