Se supone que los cristianos han de ser buenas personas. Es más, muchos que no son creyentes esperan más de los cristianos de lo que se exigen a sí mismos o a cualquier otra persona. El propio Jesús dijo a Sus primeros seguidores: «Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse. Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial». Eso no significa que debamos actuar como santitos y creernos mejores que los demás. No es esa la bondad que nos inspira Jesús, sino una benevolencia que brota del corazón y que se expresa por medio de la sinceridad, la empatía, el espíritu de servicio y de múltiples otras formas.
Lamentablemente, los cristianos a veces tenemos el concepto erróneo de que eso implica perfección, estado que como es natural nadie ha alcanzado ni puede aspirar a alcanzar. Mucho más aconsejable es hacer lo que buenamente podamos, admitir nuestras faltas y errores con humildad y franqueza, y dar al Señor toda la gloria por cualquier acto bueno que realicemos. Ese es el concepto que tiene Dios de la bondad.
Limítate a hacer lo que esté a tu alcance y confía en que Él se encargará del resto, y verás que Su bondad se manifestará a través de ti.
Santos pecadores
El concepto que tiene Dios de la bondad suele diferir bastante del nuestro. El rey David tramó la muerte de un hombre para quedarse con su esposa. No obstante, reconoció su pecado y cifró toda su esperanza en el amor, la misericordia y el perdón divinos. Como se arrepintió sinceramente y manifestó aún más amor al Señor a raíz de lo que sufrió, Dios lo llamó un varón conforme a Su corazón, es decir, de Su agrado. Dios tomó a un fanático perseguidor de los primeros partidarios de Cristo y lo convirtió en uno de los más grandes cristianos de todos los tiempos: el apóstol Pablo. Jesús tomó a una prostituta poseída por el diablo —María Magdalena— y la transformó en una de Sus más apreciadas seguidoras.
El concepto que tiene Dios de la bondad contrasta con la imagen de la perfección inmaculada. A los ojos de Él, el bueno es el pecador que reconoce no tener justicia propia y por tanto depende totalmente de la bondad divina. Esos son los únicos santos que existen; ¡no hay otros!
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Mateo 5:14-16 (NVI) »U stedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.
Lucas 8:2-3 (NVI) y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena, y de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cuza, el administrador de Herodes; Susana y muchas más que los ayudaban con sus propios recursos.
Santiago 1:17 (NVI) Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras.
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