El prójimo

#EnergiaPositiva

Un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó cayó en manos de ladrones, los cuales lo despojaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino y al verlo pasó de largo. Asimismo un levita [asistente del Templo], llegando cerca de aquel lugar, al verlo pasó de largo.

Pero un samaritano [miembro de un grupo étnico y religioso cuyo trato los judíos de aquella época evitaban], que iba de camino, vino cerca de él y, al verlo, fue movido a misericordia. Acercándose, vendó sus heridas echándoles aceite y vino, lo puso en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él.

Otro día, al partir, sacó dos denarios, los dio al mesonero y le dijo: «Cuídamelo, y todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando regrese». ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?

Jesús, Parábola del Buen Samaritano, en Lucas 10:30-36

Con la Parábola del Buen Samaritano Jesús enseñó que el prójimo es toda persona que necesite nuestra ayuda, independientemente de su raza, color de piel, religión, nacionalidad, situación social o lugar de residencia. He ahí la diferencia entre lástima y compasión: la lástima no es más que un sentimiento de pena por las desgracias ajenas; la compasión, en cambio, nos impulsa a actuar. Los compasivos no se limitan a orar y expresar su condolencia, sino que complementan eso con actos de bondad.

El amor consiste en establecer un vínculo entre Dios y un ser necesitado de Su amor. Para ello es preciso comunicar Su amor verdadero por medio de acciones contundentes. «El amor de Cristo nos apremia» (2 Corintios 5:14, BJ).

¿Qué aspecto tiene el amor? Tiene ojos para ver el sufrimiento y la tristeza; oídos para escuchar los gemidos y penas de la humanidad; manos para ayudar, y pies para acudir en auxilio de los pobres y necesitados. Así es.
—San Agustín

Si nos detuviéramos a reflexionar, nos sorprenderíamos al ver cuántos detalles podríamos tener con nuestros semejantes que no nos costarían prácticamente nada y nos tomarían muy poco tiempo. Especialízate en hacer favores de cinco minutos.
—Shannon Shayler  

Lucas 10:30-36 – Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. Así también llegó a aquel lugar un levita, y al verlo, se desvió y siguió de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva.” ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?