FÓRMULAS PARA VIVIR LOS CAMBIOS

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El mundo atraviesa un período de cambios monumentales, particularmente en los ámbitos tecnológico, económico, religioso, político, empresarial y medioambiental. El impacto de estas transformaciones se nota en los gobiernos, en las organizaciones, en las familias y en la vida de las personas. Si bien es cierto que eso a veces resulta más evidente, reconocible y mensurable a principios de año, los cambios afectan continuamente todas las esferas de la sociedad.

Muchos, desde dirigentes religiosos hasta gurúes de la productividad, desde asesores personales hasta figuras políticas, se han dado cuenta de las bondades de los cambios y ponen de relieve las virtudes de la flexibilidad. Todos sabemos que los cambios no son fáciles; pero cuando las dificultades que implican se comparan con los beneficios que reportan, la mayoría coincide en que valen la pena.

Muchos de esos beneficios dependen de nuestra visión de los cambios que nos afectan directamente, y de si los acogemos o no con entusiasmo. Como suele suceder, nuestra actitud es un factor clave. Puede determinar si saldremos airosos de las dificultades o si nos dejaremos vencer por ellas. La vida da muchas vueltas, y los cambios —incluso los grandes cambios— son parte integral de ella. Si seguimos al Señor y leemos Su Palabra, tendremos fe para remontar situaciones adversas y dolorosas alteraciones de nuestra vida.
Estas son algunas fórmulas que me han ayudado a enfocar positivamente los cambios:

• Trato de imaginarme los resultados auspiciosos que traerán. Como la generalidad de las veces no hay manera de evitarlos —y si lo intentamos, sencillamente barren con nosotros—, he descubierto que lo mejor es recibirlos con los brazos abiertos y dejarse llevar por la corriente. Ver las cosas favorablemente puede marcar la diferencia entre aprovechar la ola del progreso y ser arrollado por ella.

• Le ruego a Dios que me ayude a ver los beneficios de los cambios que Él permite que haya en mi vida. Cuando le pido entendimiento y sabiduría para sacar el máximo provecho de ellos, Él me habla y me da las respuestas que necesito.

• Me digo que en algunos casos las experiencias más duras son las que a la larga me reportan mayores beneficios. Claro que no es fácil verlo cuando estoy metida en una situación complicada. A veces sencillamente tengo que aguantar, sabiendo que apenas mengüe la tormenta saldrá el sol y veré las cosas con otros ojos.

• Hago contacto frecuente con el Señor, mi fuente de ánimo y orientación, ya sea por medio de Su Palabra, de la meditación, la oración, etc. Con lo desestabilizadores que pueden resultar los cambios, Dios nunca deja de ser nuestra ancla. Además, Su Palabra nos da fe, que todo lo suaviza.

• Me recuerdo a mí misma que Dios me ama y está siempre pendiente de mí, de mi felicidad y bienestar. A pesar del inmenso y constante amor que abriga por nosotros, a veces tiene que permitir que nos sucedan cosas que no consideramos buenas, pero que en realidad van a redundar en maravillosos beneficios. Cuesta creer que Él nos manifieste Su amor por medio de circunstancias difíciles, y tener suficiente fe para aceptar que aun las situaciones penosas pueden derivar en bien. No obstante, he llegado a la conclusión de que, si me esfuerzo por hacerlo, me sentiré más tranquila y en paz con los cambios que están ocurriendo.

A veces Dios no puede obrar en nuestra vida el bien que desea si no hemos atravesado primero algunas tempestades. Si tienes, pues, la impresión de que las olas rompen con fuerza a tu alrededor, confía en Él y ten fe en que sabe lo que hace. Él nos desea lo mejor de lo mejor, ni un ápice menos.

Nuestros días son como un caleidoscopio. Cada instante se produce un cambio. Henry Ward Beecher (1813–1887)

Nada es permanente a excepción del cambio. Heráclito (540–480 a. C.)

Señor, conforme mudan los años, concédenos reposo en Tu eterna inmutabilidad. Haz que afrontemos este año con valentía, con la confianza de que, por mucho que todo cambie en derredor nuestro, Tú siempre eres el mismo. Nos conduces con sabiduría y nos amparas con amor, por medio de nuestro Señor Jesucristo. William Temple

Los cristianos no deben limitarse a soportar los cambios, ni a sacarles provecho; a ellos les corresponde inducirlos. Harry Emerson Fosdick (1878–1969)

Aunque todo es inseguro,
hay Alguien permanente.
Abarca todo el futuro,
pasado y presente.
Jesús es el alfa
y también la omega.
Futuro y pasado
el sabio le entrega.
Roca eterna es
a quien a Él se apega.
Albert Benjamin Simpson (1843–1919)

Santiago 1:2-4 (NVI) Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada.

Filipenses 4:6 (NVI) No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.

Hebreos 13:5 (NVI)
Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho:
«Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.»

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