ME CONOCE PERFECTAMENTE

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Me encuentro en una etapa de la vida en la que estoy tan ocupada viviendo y atendiendo a todos mis proyectos y mis obligaciones como madre, ama de casa, profesora y esposa que no encuentro tiempo para escribir posts ni cartas a mis amigos sobre mí misma.

Pero lo echo de menos. En ocasiones, quisiera contar con alguien que estuviera al tanto de lo que me sucede, que se riera conmigo de las cosas graciosas que me ocurren, que se asombrara de los logros de mis hijos, me mandara ciberabrazos y me animara a afrontar nuevos retos; alguien a quien le pudiera contar mis luchas cotidianas, que estuviera en mi misma onda. Una cosa es hablar con alguien que te escucha y trata de comprenderte, y otra muy distinta hacerlo con alguien que sabe exactamente cómo te sientes y cómo te afecta lo que le estás contando.

En mi juventud jamás tuve muchos amigos. Lo que más me dolía cuando era adolescente era que no sabía hacer amistades. En cierto modo, me alegro de haberme acostumbrado a ser una persona solitaria, hasta el punto de que ahora no ansío asistir a grandes reuniones sociales o fiestas; pero a mi manera, disfruto de una vida plena y rica.

Tengo el mejor esposo que habría podido soñar, y lo que más me gusta en este mundo es estar con mis hijos. Aunque llevamos una vida muy ajetreada, puedo desahogarme mucho con mi marido y contarle mis cosas. Tratamos de escucharnos y animarnos mutuamente, y ser amigos el uno del otro. Claro que nuestras habilidades, intereses profesionales, inclinaciones y sueños son muy distintos. Y así tiene que ser para poder atender todos los aspectos de la casa y la familia y crear el entorno apropiado para la crianza y bienestar de nuestros hijos.

Una vez alguien me ayudó a inscribirme en Facebook, ¡pero no te molestes en buscarme allí! Aunque me encuentres, te llevarás una decepción al ver mi página vacía, en blanco. Me apunté con la idea de comunicarme de nuevo con viejos amigos con los que había perdido el contacto durante unos años en que estuve viajando, me casé, formé una familia y después me fui a vivir al extranjero. Revivir amistades agradables y divertidas que había tenido no me llenó, ni me resultó emocionante, sino que de golpe sentí amagos de depresión. Esos vistazos a la vida de mis amigos fueron como jarros de agua fría. Todos estaban haciendo otras cosas, ¡y les iba de maravilla sin mí! Toda la intimidad que habíamos disfrutado, los secretos y sueños que nos habíamos contado, los ratos entretenidos, las risas y las lágrimas, todo eso formaba parte de un pasado que nunca iba a volver. Como bien dice el refrán: Agua pasada no mueve molino.

Felizmente, un par de días después aparecieron unas muestras inesperadas de amistad, justo en el momento preciso para subirme los ánimos. Varias cartas por correo electrónico, unas llamadas telefónicas imprevistas, un par de visitas y hasta una nota escrita a mano. Alguien «allá arriba» estaba al tanto del asunto y lo programó todo a la perfección. Logré salir adelante y he vuelto a ser la misma persona alegre de siempre. En todo caso, rara vez entro en mi página de Facebook

Me di cuenta de que la poca comunicación que tengo con esas personas no significa que nuestra amistad haya terminado. A pesar del poco contacto que tenemos, si alguno se viera en un apuro y me pidiera ayuda, se la brindaría sin titubear; y estoy segura de que ellos harían lo propio. Entendí que debía cambiar mi percepción y no insistir tanto en que solo es amiga mía la persona que siempre está dispuesta a escucharme y a cuya felicidad contribuyo de manera importante. La amistad con esas personas simplemente se encuentra en otra fase, y eso no tiene nada de malo.

Esta mañana, de repente, me vino un pensamiento de lo más alentador: ¡Dios lleva un blog de mi vida! Aunque yo no disponga de tiempo para escribir un diario, una bitácora o montones de cartas personales en las que cuente punto por punto lo que hago, hay Alguien que lo sabe todo y que lleva un registro de mi vida. Él anota cada uno de mis planes, intenciones, acciones, palabras, decisiones, lágrimas, sonrisas, emociones, enfermedades, aventuras, líos, pasiones, ideas y sueños. Supongo que según cómo eso puede resultar algo incómodo; pero por lo menos hoy, yo me alegro de que sea así.

Aunque yo nunca llegue a escribir mi propia biografía, hay Alguien que ya lo está haciendo. Y cuento con un amigo incondicional con quien conversar y a quien escuchar las 24 horas del día, Alguien que sabe perfectamente lo que siento en todo momento. ¡Jesús es el amigo por antonomasia!

Isaías 41:10 (NVI)
Así que no temas, porque yo estoy contigo;
no te angusties, porque yo soy tu Dios.
Te fortaleceré y te ayudaré;
te sostendré con mi diestra victoriosa.

1 Pedro 5:7 (NVI) Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.

Josué 1:5 (NVI) Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré.

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