Muchas Olas Se Dejan Pasar

Sin otras opciones de empleo en aquel momento, mi situación no era muy feliz que digamos. Mi jefe me hacía la vida imposible. Era egoísta, maleducado y vulgar. Sin embargo, al igual que el gerente incompetente de la teleserie The Office, se creía el mejor amigo de todos. Cada vez que yo trataba de explicarle las cosas que me molestaban, él me escuchaba atentamente y me daba las gracias; pero luego seguía igual. No modificaba su comportamiento ni un ápice. A pesar de que presenté una queja a su superior, nada cambió.

Parecía que estaba condenado a trabajar indefinidamente en aquel ambiente estresante, sin posibilidad de ejercer control alguno sobre los incidentes que se producían, algunos un poco fastidiosos y otros francamente escandalosos. Uno de estos últimos me llevó por fin a la desesperación. Aunque no había nada que pudiera hacer para cambiar la situación, la rabia que tenía dentro me iba a destruir si no hallaba la forma de liberarme de ella.

Afortunadamente, cuando le pedí ayuda a Dios, Él me respondió y me enseñó un truquito que me ayudó a sobrevivir a aquella situación tensa y a otras similares en que me he visto desde entonces. Me recordó uno de mis deportes favoritos, el bodyboarding, y me mostró una imagen de mí mismo flotando en el agua, a la espera de una ola para montar. Los surfistas no se afanan por correr cada ola; esperan a que lleguen olas en las que valga la pena invertir tiempo y energías. Cuando se acercan olas pequeñas, en lugar de remar frenéticamente para montarlas, dan una pequeña patada de tijera que los eleva un poco por encima del agua y permite que la ola les pase por debajo, y así se quedan esperando una que merezca la pena. Me di cuenta de que las situaciones desagradables como aquella que me tenía alterado se asemejan a esas olitas intrascendentes. Debo simplemente dejarlas pasar.

¿Pura autosugestión? Quizá. Pero dio resultado. Con un poco de práctica, aprendí a flotar sobre las situaciones molestas y evitar que me desgastaran.

Filipenses 4:6 (NVI) No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.

Juan 14:27 (NVI) La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.

Salmos 55:22 (NVI)
Encomienda al Señor tus afanes,
y él te sostendrá;
no permitirá que el justo caiga
y quede abatido para siempre.