Valor Neto De Un Abrazo Comun

Los letreros eran simples rectángulos de madera pintada de blanco, que con brillantes letras rojas proclamaban: «ABRAZOS GRATIS». Estaban adornados con flores, corazones y alegres manchas de colores llamativos. Nos dirigimos a nuestro punto de encuentro, en un campus universitario cercano, donde nos reunimos con el resto de nuestro grupo, y emprendimos la marcha por el centro de Guadalajara, México, en busca de desconocidos a quienes prodigar espontáneas muestras de cariño.

Carteles en alto, nos dispersamos, como un imparable ejército de afecto.
—¿Quieres un abrazo gratis?

—era nuestro grito de guerra.

La primera prueba se nos presentó en las olas de concreto para monopatines. Jóvenes sudorosos se turnaban tratando de impresionar a sus compañeros con diversas acrobacias de aficionados al ritmo de los aplausos o abucheos de los poco aseados espectadores. Regalar abrazos requiere cierta intrepidez, por lo que irrumpimos en medio de ellos y los conquistamos. Cada abrazo gratuito iba acompañado de un folleto igualmente gratuito, y si la persona nos concedía más tiempo, añadíamos una oración.

Acto seguido, nos trasladamos al parque de la vereda de enfrente, otro hervidero de adolescentes, representantes de todas las tribus urbanas habidas y por haber. Un grupo de chicas góticas nos hicieron señas tímidamente para que nos acercáramos. Invadimos sus auras de tonalidades negras con nuestros colores —unos suaves, otros fosforescentes—, lo que provocó múltiples sonrisas.

Entonamos canciones sencillas para pequeños grupos de personas. Era música con un mensaje de amor y cariño. Desde luego, el último estribillo siempre lo salpimentábamos con nuestros distintivos abrazos.
Mientras recorríamos el centro de la ciudad, un señor sentado en un restaurante hizo una pausa en su comida al ver a las camareras pasar corriendo a su lado para ir a recibir su ración de abrazos, en algunos casos ración doble o triple. Entonces nos llamó para preguntarnos por qué hacíamos eso. Le contestamos que simplemente tenemos conciencia de la importancia de manifestar cariño. En un mundo tan sediento de amor, no viene mal hacer una contribución en ese sentido.

A fin de cuentas, ¿qué nos proponíamos? Jesús ama a todas las personas, y queríamos asegurarnos de que lo supieran.

Gálatas 5:22-23 (NVI) En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.

Juan 15:16 (NVI) No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.

1 Pedro 3:15 (NVI) Más bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes.